Muchos se preguntan —nos preguntamos— si tras este mes de movilizaciones ha servido de algo el movimiento 15M, sin darnos cuenta de que este movimiento social sigue vivo, aunque ya no esté acampado en la plaza emblemática y poco a poco se estén disolviendo sus acampadas en el resto de lugares españoles.
Incluso en el caso —que no será así— de que se disolviera definitivamente, el movimiento 15M ha dejado la puerta abierta al respeto hacia otra forma de hacer política, a la visión de una queja colectiva respetable y respetuosa, que hay que tener muy en cuenta desde todas las ópticas políticas, pero preferentemente desde la izquierda.
Ha sido muy malo para España que quedara agrupada casi toda la izquierda junto al PSOE en esta última década, pues se han diluido ideas, formas, participaciones, análisis serios y necesarios, ganas de tener una sociedad más igual. Ahora el PSOE tras al abandono de su particular socialismo está recogiendo las penas y los dolores de una sociedad que le abandona. Pero todavía no surgen nuevas organizaciones políticas que agrupen este descontento social, la necesidad de ser más atrevidos para cambiar la manera de hacer política, la urgente necesidad de buscar salidas a una juventud que camina entre un mar de problemas sin solución social.
Por eso surge el movimiento 15M y por ello seguirá vivo, incluso aunque desaparezca, pues sus planteamientos quedarán en la historia. Si no hacemos caso a la llamada de atención de la juventud, la próxima será mucho más dura e incontrolable. Parte de la sociedad ha hablado y lo que es más importante, gran parte de la sociedad, sin estar, ha apoyado sus planteamientos de queja colectiva.
La izquierda —toda— debe tomar buena nota y actuar en consecuencia o volverá a fracasar. Su obligación es aprender constantemente de lo que la sociedad demanda, más si es con razones tan obvias.