La política es también esa actividad que a muchos les parece ajena, y que crea muchos puestos de trabajo y los destruye o transforma cuando hay cambios profundos como está sucediendo ahora en España. No es pues un trabajo seguro, a poco que no digas amén Jesús a todo lo que ordene el jefe más cercano.
La gente vemos desde fuera lo bien que trabajan los que viven de la política, lo cual es un gran error. Es como si viéramos a Botín en su chalet y pensáramos que todos los que trabajan en los bancos viven igual que él. En la política hay también gran número de peones de brega, empujadores, oficinistas, funcionarios de 12 horas al día (que si, que los hay y muchos), periodistas con contratos de a medio sueldo o funcionarios que creen haber ascendido al estar junto al concejal y encima de tener que trabajar más tienen que entregar parte de su sueldo al partido.
La inmensa mayoría de las personas que trabajan para la política son gentes muy quemadas, con una vida personal compleja, con una vida laboral marcada, con un futuro pendiente cada cuatro años del examen de selectividad. Cada cuatro años hay crisis de empleo en la política.
La financiación de los partidos políticos es otra asignatura pendiente en esta democracia. Que en España parece que nos tocó en una tómbola. No hemos sabido edificar y sentar bases, valorar los cimientos del sistema y saber jugar a realizar trabajo serios. Muchos de los que trabajan en política se han creído que la manipulación sirve, que todo es bueno con tal de ganar al adversario, que la sociedad sabe elegir en cada momento y la mayor prueba es que precisamente a ellos los eligieron desde la nada.
Pero no, la sociedad lo que solicita y necesita es: profesionalidad, visión de futuro, juego limpio, parecer pues así parece que asentamos también “el ser”, empatía con los problemas ajenos, capacidad de resolución, explicaciones de lo que sucede y por qué sucede.
En los últimos años nos hemos creído que como en los matrimonios viejos, con estar ya es suficiente para mantener el vínculo. Nos hemos olvidado desde la izquierda en regar el huerto, en poner abono aunque fuera artificial, en arrancar hierbas malas, en replantar con sabia nueva, en estar pendientes de lo que necesita la gente para la que gestionamos. Y ahora decimos que son todos unos desagradecidos por que no nos quieren lo suficiente.
¿Les hemos querido nosotros a ellos? ¿cuánto de lo que creíamos que se prometía se ha ido quedando por el sendera de la nada?