Hoy hablaba (discutía más bien) con una conservadora y no de cuadros precisamente —que me digo yo, ¿a qué te metes en estos pandullos, guapo?— y a la que se le hinchaba la vena hablando de lo malos que son todos los políticos. Jope, sin discriminar. Que no es que sea fácil discriminar, pues cabrones hay muy pocos aunque suenen mucho.
Me decía que ella no pensaba votar a nadie, pues todos son iguales, lo cual es de animar, pues para quien iría a votar en caso de que al final cambiara de opinión, pues mejor que no. Pero es decisión de ella. Eso si, estaba gozosa de encontrar al final el partido desparecido que le ofreciera lo que ella quería escuchar. Vamos, un partido que estuviera en contra de los impuesto y de los inmigrantes.
Impuestos que estoy seguro ella intenta defraudar con mucho morro e inmigrantes a los que intenta tener de chachas sin derechos ni seguros a pesetica la hora.
Jodo con los problemas en el ojo ajeno.
Ahora, con el tiempo enfriado, me pregunto qué coño hacía yo intentando hablar con semejante y suculenta señora seria, que se le hincha la vena (lo repito porque era visible) en cuanto se le habla de política. Pero es que soy así de bobo. No me dejo toro sin darle dos capotazos o al menos de intentarlo.
Lo malo es que esta agua fina está calando en mucha gente. Y curiosamente en gente de los dos extremos políticos. ¡Jodo otra vez!
No tengo capote para tantos toros de tan diferente raza, es lo que tiene la edad. Pero de ser cierto mi apreciación entre los dos segmentos sociales tan distantes en todo, creo que nos lo tendríamos que hacer mirar, más que nada para evitar esas historias tan feas a los que somos tan hábiles de llegar los españoles a pocos que nos toquen los bemoles.
Me preocupa más que no se resuelvan los problemas serios de la juventud española a que los tontos de siempre jueguen a ser violentos. Y me refiero a los que aman a los militares de gatillo fácil. Por eso propongo —¿quién soy yo para proponer?— que nos empecemos a preocupar por los jóvenes de estas generaciones vacías de futuro. Más que nada porque son nuestros hijos.