Nos han educado para ser productores y consumidores. Nos hemos dejado educar para trabajar y para consumir. Y además estamos agradecidos por ello. Simplemente somos los esclavos modernos, que además de trabajar nos dejan unos dineros para consumir y así poder seguir con la velocidad de crucero del sistema y seguir generando beneficios no solo con nuestro trabajo sino también con nuestro consumo, y además en una vuelta de tuerca más, estar todos contentísimos de los logros alcanzados.
Se trata incluso de medirnos la felicidad que nos venden. Nos tienen que tener contentos para ser eficaces.
Somos esclavos educados que no parecemos esclavos. Pero no nos educan para ser personas. No queremos tampoco ser educados o acceder a la autoeducación para ser personas. Nos han logrado inocular el virus
de la autocomplacencia y de admitir que la forma de vida que nos han planteado como única, es la buena, es la mejor.Somos productores y consumistas y cuando solo podemos ser una cosa, la menos nos dejan ser consumistas. Por edad o por enfermedad podemos no ser productores. Pero al sistema le da realmente igual, seguimos siendo consumidores con arreglo a unas pautas marcadas. Seamos niños o ancianos, se trata de no dejar de pertenecer al sistema.
¿Que cómo lo consiguen?, convenciendo a la gente de que son individuos, algo que nos parece maravilloso. ¿A quien no, si nos han educado para ello?
No somos comunidad, si acaso sociedad que es más fácil de dominar y controlar, con los medios de comunicación sobre todo. No se trata de comunismo, que son muy hábiles los que saben de dominar las palabras, se trataría de sentirnos comunidad para ayudar y saber a quien pertenecemos, a qué nos debemos. Lo máximo que hemos conseguido es ser una sociedad individualizada y por ello capaz de ser dominada con facilidad. Vamos, que nos tienen pillados, sin fuerza y bien estudiados para no levantarnos sobre aquello que nos tiene ordenado sin darnos cuenta: producir y consumir a partes iguales.
Para ello se necesita ordenar los horarios, los sueldos que saben revertirán a los mismos dueños del sistema, los descansos y el ocio.
Todo menos la formación no vaya a ser que nos espabilemos, y por eso aquí no hemos avanzado nada en el último siglo, por muchas nuevas tecnologías que tengamos. Adaptamos los conocimientos a la suma de las nuevas tecnologías con algunas pinceladas de la sabiduría anterior, pero poco más. Cambiamos los nuevos conocimientos necesarios, por los entendimientos con más años a los que consideramos enseguida viejos y caducos para así poderlos sustituir con alegría.
Pero todos somos responsables de este abuso o mejor dicho de este uso de cada uno de nosotros para no ser otra cosa que lo que algunos quieren y esperan de nosotros.
Incluso se crea la institución de la pequeña empresa para engrasar al sistema y así permitir trabajos de encargados de sección no muy rentable, a aquellas personas que creen son admitidas en el selecto engranaje de un sistema muy cerrado, pero que simplemente son esclavos de primera clase, esclavos con la potestad de tener a otros esclavos a sus órdenes.
Que no nos siente mal estas palabras, las admitimos con facilidad solo que simplemente no las asumimos como tal. Hace miles de años ya funcionábamos así, solo que con otros pequeños detalles hoy imposibles. Siempre ha existido y existirá la figura del que vive de los demás y del que tiene a personas a su cargo como una propiedad. Ahora esto se ha dulcificado hasta que casi no se note. Ya no hay personas concretas como propiedades, sino personas globales que es lo mismo aunque no lo parezca. Ya no tenemos un esclavo en propiedad sino el derecho legal de tener “esclavos en abstracto” por el hecho de tener dinero y mecanismos de mover el engranaje. Disponen (los que dominan) de las posibilidades de tener esclavos con otros nombres mucho más respetables, con unas leyes de mercado que dominan unos pocos a su gusto, de productores que a su vez tienen que ser consumidores para ser funcionales.
Lo curioso es que si ahora todos fuéramos simplemente esclavos, se hundiría todo el sistema. Para que les funcione bien a los que organizan y mandan, todo este tinglado social, deben conseguir que no se note la trampa social, que se produzca lo justo para ser vendido y que se consuma a ser posible algo más de lo producido.
Producir lo justo supone lograr que se pueda subir algo el precio final de lo producido. Consumir más de lo producido es lo mismo de lo mismo. Se trata de obtener beneficios desde varios objetivos que se tocan lateralmente. Y que todos nosotros participemos de esto.
La única defensa es la educación, la formación, ser personas, aspirar a tener más libertad, pero aceptar el sistema, pues es imposible rebelarse totalmente contra él. Son muy fuertes los puñeteros.