Portugal no ha querido aguantar más su crisis, al no aceptar sus políticos parlamentarios un plan de ajuste muy duro, similar al que nos puso como deberes nuestro Zapatero aunque no supo explicarnos lo que ahora parece inevitable e incluso simplemente el primer paso, para evitar el rescate europeo, los fallos generalizados, el hundimiento.
Sabedor el Gobierno español —con anterioridad— de este fallo de Portugal, ayer mismo se apresuró la Ministra Salgado a dar una rueda de prensa para avisarnos que las cosas estarán pero de lo que nos imaginábamos, por mucho que fueran ya malas de solemnidad. Posiblemente España no pueda acudir al rescate de Europa por tamaño, pero en cambio si que tenga que asumir los mismos sufrimientos y ajustes económicos que Grecia, Irlanda o Portugal, para salir de esta crisis.
Los números de Portugal, en los años anteriores a la crisis eran de envidia. Avanzaba más que España y tenía indicadores que asombraban. Eran todos falsos, de nuevos ricos sin base suficiente para aguantar, de jugadores con números marcados, de sociedades que se habían creído que Europa nos igualaría por arriba.
Caída la ficha de Portugal, los especuladores financieros irán a por España, aunque no nos dejarán caer pues la crudeza de nuestro fallo sería un inmenso palo para Europa, complicado de asumir. Una vez más Europa no se está comportando toda unida ni en lo económico, lo que facilita desigualdades a la vez que sufre riesgos de complicada solución.
¿Qué quien está en contra de Europa?, pues aquellos a los que molestamos a nivel mundial si en realidad nos unimos en un solo Estado. Sean grupos de presión americanos, chinos o judíos. Da igual, pero Europa unida molesta.
Nos esperan años complicados y España debe actuar en varios frentes. Entre ellos y muy importante también, en hacer los deberes con sus políticos nacionales para que la sociedad crea en sus gestores. No creer en la política nos aleja de la recuperación y sobre todo de ser un país moderno y capaz. Son tantas las cosas que hay que cambiar y tan pocos los dineros, que nos vemos incapaces de actuar en ninguna. El futuro se nos complica mucho; más que el presente.