Sobre ciertos temas, casi lo mejor —al menos lo que te mandan los libros del educado bloguero—, sería no entrar. Pero no estamos aquí para ser educados.
Sobre la presencia o no de Bildu (o Sortu antes) en las próximas elecciones municipales, se pueden tener diversas opiniones según se miren desde el lado de las víctimas del terrorismo —es decir todos en alguna medida—, desde la óptica de quien conoce más la realidad del País Vasco por acumulación de información en sus neuronas y por tener amor a una tierra en la que ha pasado buenos momentos, o desde la posición del que tiene que tomar decisiones siempre complicadas pero que son las que marcan caminos.
Creo que estamos en una democracia. Lo sigo creyendo aunque a veces me entren algunas dudas que se me van enseguida, en cuando veo a otros que sin duda tienen mucha menos que nosotros. Y si admitimos que estamos en una democracia, es lógico desear que el espíritu de toda democracia
se plasma con más fuerza en el derecho a votar libremente todos los ciudadanos. Todos. El derecho a elegir, a ser elegido, a participar y dejar que participen. Con arreglo a la ley, sin duda, pero con el espíritu de la democracia alumbrando la oscuridad de los fantasmas viejos.Sé que no debemos ser imbéciles y que nos han engañado varias veces e intentado algunas otras. Pero también sé que el camino de la mano tendida y de la fuerza de la razón es la mejor senda para ir construyendo salidas. Por que yo siempre he creído que estábamos en un laberinto complejo del que teníamos que intentar salir, encontrando la senda libre entre todos los que andábamos en este mal juego.
Meter a la justicia en las decisiones políticas es tanto como decir que no, sin tener bemoles de saltarse la ley. Es poner de coartada a las justicias diversas para que sean ellos los que decidan. Está bien como truco, pero no como trato. Las decisiones que valen, las que sirven, son las que se toman desde el ejercicio del gobierno, desde la responsabilidad aun sabiendo que se pueden seguir cometiendo errores. Es el juego de la democracia.
Hemos llegado al punto de creernos o no, que esta vez SI, van en serio los vascos que desean la autodeterminación del País Vasco cuando dicen que desean entrar en las instituciones, con sus beneficios para todos y sus complicaciones para todos. Es cierto que sin duda se complicaría la política vasca en el corto plazo con su presencia, pero muy posible también que sea el único camino para resolverla en el medio y largo plazo. Es posible que esta vez SI sean capaces de frenar a ETA y de desear su desaparición y de condenar todo tipo de violencia. Pero no lo sabemos con seguridad.
Como no sabemos aunque intuimos, que puede haber rupturas internas de ETA, que no todo sea un bloque y que gran parte estén hartos de una situación enquistada que no conduce a ningún lugar y que el único camino es la participación y desde dentro, la mejora y el trabajo. Como estamos convencidos de que el dolor de las víctimas y de sus familias es un gran peso que hay que respetar y considerar, pero que no debe marcar el camino que hay que explorar para encontrar una salida a todos los problemas, opinamos y exigimos que otros decidan con arreglo a su responsabilidad.
La obligación de los que gestionan es arriesgar. Con sumo cuidado e inteligencia política. Sin duda. Pero no ceder sus responsabilidades hacia la justicia que también tienen un papel que cumplir en toda democracia, pero a la que no se debería acudir con mucha facilidad, como parece que se está haciendo en los últimos meses.
Hay indicios que indican debilidades y errores en las listas de Bildu, que señalan ciertos movimientos para forzar su creación. Pero es que sería de tan gran tamaño el acierto, si definitivamente la izquierda abertzale lograra entrar en las instituciones para pelear por un proceso definitivo de paz, desde sus opiniones y representando a sus electores, pero defendiendo opciones de paz; que tal vez el riesgo se debe transitar.
Que se presenten como prueba en su contra, listas de posibles candidatos de Bildu desde la Abogacía del Estado para descalificar estas candidaturas y solicitar su ilegalización detallando actividades de algunos presuntos candidatos, es de premio a lo que yo no sabría explicar bien qué. Si son personas con delitos deben ser detenidas y juzgadas, pero si tienen sus derechos intactos para elegir y ser elegidos no deben figurar en listas publicadas con sus actividades políticas detalladas. Eso era práctica en otros tiempos, no en estos. Creía.
Toda persona es inocente hasta que no se demuestre lo contrario, creo. Firmar o participar en actos de la izquierda abertzale siendo vecino del País Vasco o Navarra y miembros reconocidos de la izquierda abertzale es de lo más lógico.
Yo creo que si se trata de encauzar la realidad del País Vasco hay que ser muy exigentes con algunos varemos de medir. Y bastante tolerantes con otros. La gran decisión política que no judicial (nunca debería ser judicial) es saber donde poner el punto de la división en el camino de la paz, para saber qué va a ser considerado dentro del grupo “muy tolerante” y qué dentro del grupo “muy exigente”. Tal vez este punto ya se haya situado en la división y que se haya colocado en el lado de “nada tolerante” a las listas de Bildu. Si es así, no hay que recurrir a la justicia. Se dice que NO y punto final o lo que es lo mismo, a explicar esta posición política.
Yo hubiera movido este punto hasta lograr la participación, pues se trata de recoger el derecho al voto de muchos miles de ciudadanos vascos. Derecho al voto que seguirán ejerciendo, no nos dude, aunque no sepamos todavía hacia quien. Pero parece que los caminos los queremos andar despacito y con muchos miedos. Es una opción.