14.3.11

Con la reencarnación no se juega. Por si acaso.

A la gente le da por soñar despierta y cuando piensa en asuntos transcendentales (creo que algunos) se lo tendrían que hacérselo mirar con un especialista.
Esta mañana, con los hombres que vamos de caminatas matutinas, hemos estado hablando sobre la muerte.
Miedo al dolor si tenemos, pero a morirte pues casi todos hemos coincidido en que no. La enfermedad es otra cosa más terrible.
Pero había una persona que decía que cuando no puede dormir, se pone a pensar sobre el momento en que tras morirse se reencarnara; y que ella tenía miedo por si se reencarnaba en esa pobres chicas de la India que desde muy jovencitas les hacen prostituirse y son violadas y maltratadas.
No me extraña que ella no pueda dormir con esos pensamientos tan brutales. Le hemos intentado convencer de que lo mejor es que no piense en esas cosas, sabiendo que convencerla de que no crea en esas cosas es asunto imposible.
No creer es malo pues te priva del lujo de pensar que esto no se acaba aquí, sino que continúa después, casi seguro que en el cielo. No hemos sido tan malos como para ir al infierno ¿no?
Pero creer en la reencarnación tiene sus bemoles y sus riesgos. Casi seguro que si lo piensas es imposible encontrar muchas posibilidades de reencarnarte en algo mejor que lo actual. Así que lo idóneo es no creer, por si acaso luego se cumplen los sueños.
¿Y ser una piedra?, ¿gota de un río que se estanca en un vergel? ¿amo indio que juega en la India a ver jovencitas? ¡Qué guarro soy!