Las oficinas de los partidos políticos hierven de trabajo electoral, previo a la presentación de sus programas, de sus ideas, de trabajar duro por enseñar su oferta identitaria.
Detrás de estas maquinarias hay personas que saben que pasarán semanas sin casi pisar su hogar, trabajadores que intentan hacer bien su trabajo, muchas veces con una presión tremenda y continuos cambios que no siempre aceptan o aprueban. Pero muchas veces el político no sabe delegar, su gran error personal en mucho casos, e intenta controlar casi todo incluso sin entender lo suficiente.
Una persona, un político, no tiene que entender de todo, debe eso si, saber elegir bien a las personas de su equipo para poder delegar, aun sabiendo que muchas veces sacará dudas y problemas a lo que otros decidan, pero al revés pasaría igual. Sus decisiones no siempre son entendidas al 100% por quienes tienen que obedecer. Es la convivencia, también a la hora de compartir ideas y proyectos.
Son semanas frenéticas que van tomando velocidad en un claro ejemplo de error por el trabajo tal vez mal hecho. Muchas actividades se tendrían que haber previsto hace meses pues la improvisación es siempre muy mala, pero bueno, al menos tenemos capacidad de improvisar y resolver, somos para eso, españoles.
Para todos los trabajadores a sueldo de organizaciones políticas, que están en velocidad de crucero con intención de ser supersónica, mi reconocimiento.