Tras Túnez viene ahora El Cairo en una escalada de complicada resolución. Arde el Norte de África en una mezcla difícil de asegurar, en donde se juntan elementos religiosos con actitudes normales de una generación que aspira a algo más que a ser pobres y no tener libertad.
Lo malo de estas situaciones son las posibles manipulaciones que desde diferentes observatorios (laboratorios) políticos se puedan hacer del clima
de crispación. Uno que viene de los años viejos en los que todo estaba manipulado, no se cree las casualidades cuando estas son capaces de mover las sinergias de medio mundo. No sabemos que está detrás de este levantamiento contra las dictaduras consentidas por Europa y EEUU. No escuchamos mucha voz de Europa, es como si su afonía fuera permanente. No sabemos si tras Egipto le tocará el turno a otros países de la zona, algunos con claros intereses energéticos con Europa. Como no sabemos qué puede suceder en Oriente Próximo tras cualquiera de las muchas posibilidades de solución al conflicto que ya es inevitable.
Se puede contagiar el problema, se puede manipular con suma facilidad, no se escucha al islamismo radical de momento y eso a mi me preocupa, se está actuando como en un juego de piezas de dominó sobre los países más sensibles a las reformas, con más particularidades para que se vaya contagiando los problemas y las revueltas. Son dictaduras y necesitan gobiernos democráticos y modernos, pero tengo muchos reparos a que tras estos problemas no se esté escondiendo otras dictaduras, muchos más problemas para más países y más zonas del mundo. De momento Irán ya ha dicho que “hay que escuchar al pueblo”, ¡¡jope!! con la indirecta.
Es la crisis, ¡estúpidos!
