Leyendo ahora entre líneas los resultados catalanes que golpean el ordenador, observo líneas torcidas, penas y caminos grises ya quemados, buenas intenciones que desaparecen para nunca jamás, por irresponsabilidad de unos pocos ineptos. Cataluña, los catalanes, saben bien lo que quieren y lo han demostrado. Tal vez les falle la participación, que aunque mayor no es tan grande como se debería esperar de un país tan concienciado. Muchos catalanes no saben a quien votar y optan por quedarse en casa, cuando lo lógico sería que decidieran a favor o en contra de alguien. Pero en democracia no es obligatorio participar.
Veo a un PSC que tendrá que cambiar mucho si quiere volver a ser algún día algo importante en Cataluña. Empezando por retomar su salida del PSOE…
a nivel Congreso. Mientras el PSC sea un PSOE catalán sufrirá los reveses de los socialistas catalanes, más proclives a votar catalanismo que socialismo. Seis catalanes votan catalanismo político por tres que votan ideología global. Mucha diferencia como para no saber estar en el lugar que se debe estar.Observo a una CiU crecida, que ya sabe lo que es perder y que ahora intentará por todos los medios no volver a verlo nunca más, arropado por un voto catalanista que confía en su profesionalidad política. Es el momento de Artur Mas y sabrá gobernar con personalidad y mimo.
Atisbo a una ERC desaparecida y no precisamente en combate, que vuelve a sus jardines de invierno en busca de no sé si tal vez, su reconstrucción o su largo camino hacia la nada. Ha fracasado, ha defraudado, ha hundido la posibilidad de que una unión de izquierdas gobierne con calma un país en España. Un mal ejemplo del que hay que tomar buena nota para no cometer los mimos errores en otros territorios.
Veo saltar a un PP maravillado con la subida, sin darse cuenta de que sigue sin poseer el voto catalán para gobernar con calma en una España completa. Sin el voto catalán no lograrán el éxito redondo y ahora les toca hacer la pelota a CiU por si caso pronto los necesitan cerca. Pero este impulso les dará mucha fuerza.
Observo a una ICV dolida, cabreada pues no se lo merecían, arrastrada por un tripartito que ha funcionado muy mal, sin lograr recoger el voto desencantado de los anteriores votantes socialistas que han preferido volver en gran medida a CiU.
Escucho saltar a Laporta sin saber bien por qué. No escucho a Rosa Díez. Tampoco veo a demagogos de extrema derecha que empezaron a abrir botellas de cava antes de esperar a los resultados de Barcelona. Veo a CS ni contentos ni tristes, aunque más esto que lo otro.