Ayer Telecinco y Sálvame de Luxe, se cubrieron de mierda auténtica, de vomitivo ejemplo televisivo de lo que nunca se debe hacer por intentar aumentar la audiencia. No es la primera vez que lo intentan pero si que es la primera vez que además de traer a un delincuente fugado de la justicia española, lo emplean para difamar y poner de hoja dominé a una persona que trabaja en el mismo programa que paga a un personaje delictivo para que insulte al trabajador.
No es asumible soportar…
que una misma empresa pague dinero a un huido de la justicia española para que ponga contra las cuerdas y en público, a un trabajador de la misma empresa. Es inconcebible e insoportable. Es un ejemplo que de contagiarse nos convertiría en una sociedad canalla, más inasumible todavía. Y a mi me da igual si lo que se dice es cierto o mentira. Cualqueira de las dos posibilidades me la trae al paíro. Lo vomitivo es el ejercicio en si mismo, para aumentar con sufrimiento, la audiencia.
que una misma empresa pague dinero a un huido de la justicia española para que ponga contra las cuerdas y en público, a un trabajador de la misma empresa. Es inconcebible e insoportable. Es un ejemplo que de contagiarse nos convertiría en una sociedad canalla, más inasumible todavía. Y a mi me da igual si lo que se dice es cierto o mentira. Cualqueira de las dos posibilidades me la trae al paíro. Lo vomitivo es el ejercicio en si mismo, para aumentar con sufrimiento, la audiencia.
El tono ayer del presentador era además impropio de alguien que dice tener el gran Premio Ondas. Preguntar a la protagonista que por qué se enfada de los insultos que le brinda sin pruebas un delincuente, es tanto como preguntar que por qué te enfadas cuando te insultan o te pagan de hostias si en realidad lo hacen para reírse y para que aplaudan los imbéciles que lo vemos.
En pleno debate sobre la rentabilidad de las cadenas públicas en televisión, sobre el modelo televisivo que debemos darnos como sociedad, del sentido o no de tantos canales iguales y aborregantes, del tipo de programas que debemos ver en libertad pero también en respeto, del tipo de personajes que se jactan en opinar libremente siempre en la televisión de cada turno; uno se pregunta un ¿y hasta donde vamos a ir?
¿Qué será lo próximo si con esto no se ha alcanzado la audiencia prevista? Alguien debería poner fin, coto, al desmadre de insultos y zafiedades, de excrementos sexuales o juegos de amores vacíos, con lo que nos llenan horas y horas de televisión entre anuncios y anuncios. ¿Las empresas anunciantes están de acuerdo en invertir sus millones para acompañar este tipo de programas?