Uno cuando escribe tiene la sensación de que está jugando con vidas ajenas, de que mueve hilos y conduce escenas a su antojo. Pero es mentira, el poder es relativo y muchas veces está cuestionado por el fondo de la historia que antes has ido construyendo, que si bien parece tuya, poco a poco va necesitando de su propia libertad y debes llevarla de la mano hacia donde ella quiere.
Creas unos personajes, pero ellos se comportan con arreglo a lo que poco a poco vas dibujando en sus formas, no puedes dominarlos en cada escena a tu antojo, pues ellos ya tienen su propia personalidad y su peculiar manera de comportarse.
Si intentas forzar las formas, se te escapará el juego, se hundirá el castillo y no parecerá real.
No hay que preocuparse en exceso pues es algo que nos sucede a todos a la hora de ir dando vida a personajes ficticios. Asumirlo es importante y dejarles hacer también.
Pero efectivamente, serás tú como escritor quien les dejará seguir siendo como ellos quieren ser, los que les tendrás que dar su propia vida. Algo mucho más sencillo de lo que parece desde fuera.
La importancia de los personajes en todo relato es fundamental, son los que llevan la historias hasta convertirla en real, en auténtica. Si el lector no se cree a las personas que viven dentro de la novela, no se creerá la historia.
Hacerlas reales no es definirlas en exceso, no es retratarlas hasta el mínimo detalle.
Un personaje muchas veces es un esbozo, unas pinceladas, pero dentro de ese minimalismo de carácter hay que seguir pensando en él y dejar que siga siendo real con sus complementos personales.
Si es un boxeador y no ponemos más detalles de su personalidad, a menos que expliquemos más cosas de él como persona, no es fácil que resulte un personaje fino y delicado. Y si así queremos que sea, hay que explicar con más detalle los por qué de esa realidad que se sale del estereotipo.
Si no damos más datos, un boxeador será duro en la imaginación del lector, una joven prostituta será guapa, un médico será elegante y un niño pequeño será gracioso e incluso travieso.
Si queremos otra cosa de ellos, hay que remarcarla, explicarla al salirse de la norma cerrada de nuestro pensamiento automático.
Y no olvides llevar un registro de todos los datos del personaje, sobre todo si es para una novela. Incluso a veces una imagen recortada de una revista y unos apuntes de cómo es, te servirán de pauta, para no liarte y no cometer errores.