Mientras esta noche, alguien desde Montreal leía un artículo mío, este asombrado escribidor ha leído nada más levantarse lo último de Paul Krugman sin moverme del sillón.
Ni el lector de Montreal me conoce ni sabe cómo es el lugar desde donde escribo, ni posiblemente me volverá a leer, ni yo sé cuanto cobra Paul por su artículo ni cuando lo escribió en realidad, ni casi cómo es su cara. Pero sé cómo piensa que es lo importante.
Es la tecnología y la inmediatez en el compartir conocimientos, opiniones, datos. La globalización de la cultura por medio de las nuevas tecnologías es imparable. Nada nuevo. Algo que sin duda evolucionará aunque no seamos capaces hoy de intuir hacia donde, hasta donde. Nos adaptamos a la tecnología cambiante con una facilidad espantosa. Aunque en el camino se van quedando descolgadas las personas que no pueden seguir a la velocidad casi de vértigo, los cambios. Por que no se trata de nuevas máquinas, no, los cambios importantes no vienen por las herramientas sino por las ideas, por los sistemas, por las formas. Que nos saquen un nuevo IPad o un nuevo aparato para no sabemos qué, no será evolución importante. Que cambien las formas o que nazca un nuevo sistema de compartir, de intercambiar, de crecer en cultura o de participar, sí que es innovador. Lo que es una ventaja es Internet como “forma”, la imagen digital “como medio”. Pero no lo es tanto un nuevo modelo de cámara de vídeo o un televisor más plano. Los saltos se darán cuando sigamos inventando nuevas formas, no tanto cuando sigamos mejorando las ya existentes. Mientras tanto seguiremos caminando por las sendas ya iniciadas, hasta que descubramos otras.