La función pública huele a podrido y lo triste es que dentro de ese gran cuerpo de trabajadores públicos hay ejemplos maravillosos e incluso mayoría de excelentes cumplidores de su labor. Pero los buitres crecen, cada vez huele más a podrido y se contagia el hedor que casi se podría decir que inunda gran parte de la sociedad en general.
Falta credibilidad, pero sobre todo falta sentido de la responsabilidad, del trabajo bien hecho, de la humanidad, del cumplimiento de la lógica y del sentido común. Son tiempos del en cuanto menos mejor, del mínimo esfuerzo, de la asertividad propia elevada al cubo. No hay ganas por mejorar y lo que es pero, no hay ganas de comportarnos correctamente con el prójimo, con el compañero, con el cliente de nuestro servicio. Son años de sumo cuidado en no ser responsable de nada, en no cometer el inmenso error de que te puedan pillar en un mal paso, aunque para ello tengamos que dejar de hacer lo básico. Prima la falta de responsabilidad, la dejación de responsabilidades, la huida o peor todavía el esconderse para no parecer responsable.
Sé que es lo mismo en todos los lares de estos tiempos, sé que no es más en la función pública, pero si que es donde más se nota pues son servidores de la sociedad. Hemos pasado del “venga usted mañana” al “no sé, no contesto, yo no soy”.
Pero como en la vida, pagaremos caro tanto descaro, tanta dejación de responsabilidades, tanta inoperancia social, tanta inutilidad disfrazada de silencios. El camino emprendido no tiene retorno sencillo, muchas veces es a golpe de bofetón histórico como nos damos cuenta de los errores. Esperemos que esta vez sea más sencilla la regeneración social, que nos demos cuenta de nuestros errores antes de que sea demasiado tarde. Esta división social entre los que toman decisiones y no las quieren tomar o las toman mal a sabiendas o por dejación, y los que aguantan en silencio la descomposición, terminará mezclándose en un barro complicado de volver de colores. No se tratará de dos grupos enfrentados, se tratará de la globalización mezclada y en el ocaso del sistema social por simple dejación de sus funciones.
Hoy la justicia, la sanidad, la educación, la política, la familia, el trabajo, los derechos, las obligaciones, las relaciones sociales, son de pero calidad que hace unas décadas. Y el desear simplemente que podemos encontrar excusas de mal pagador, no es la solución que calmará a la sociedad. Dicen que los mercados todo lo arreglan y es cierto en alguna menera. Lo malo es que los resuelven para dar beneficios a unos pocos.