El tiempo es una variable más en todo sistema económico, ya sea por la generación de ideas, la evolución de la confianza, el desgaste político e ideológico. A veces es bueno echar un vistazo a los tiempos, a la situación, a la oportunidad, al momento.
Y uno se pregunta… ¿es ahora (en plena crisis), el mejor momento para plantearlo?
Pasa como la selección española de futbol. Nadie duda de que ganaron el Mundial y nos trajeron alegría y gozo, un par de días en donde todos nos sentimos algo más unidos y donde gano el juego deportivo frente al sucio. Pero darle o anunciarle el Premio Príncipe de Asturias el mismo día del partido contra Argentina, cuando todos sabíamos que se iba a perder, es un poco estúpido. No era el momento mejor, no se supo utilizar el tiempo en nuestro beneficio.
Con la reforma laboral pasa algo parecido. Todos nos han avisado y todos sabemos ya que esta segunda mitad de año va a ser peor. Nada de turismo, estancamiento limitado, se acaban los beneficios de rebajas, los coches ya no se venden tanto, etc. También sabemos que el paro va a aumentar, poco o mucho, no lo sabemos, pero va a aumentar. Así que poner la reforma laboral en un momento en el que —sea con ella o sin ella— va a haber despidos, no es lo óptimo. Por que vamos a estar influidos por las noticias, pensando que la relación es estrecha y directa, cuando, a lo mejor sí es así, pero a lo mejor no.
Sé que los plazos políticos son los que son y (casi) no se pueden cambiar. Sólo quiero dejar por adelantado que, a pesar de que no estoy muy a favor de la reforma, no todo lo malo que va a venir a partir de hoy, que se aprueba, derivará de ella. Estas cosas tardan en ofrecer resultados.