8.9.10

El siglo XXI empieza en cuanto salgamos de la crisis económica. ¿Estamos preparándonos para el siglo XXI?

El cambiante mundo cambiante de este inicio de siglo nos mueve a una velocidad que no controlamos. Tanto en nuestras formas de pensar como en el acceso que tenemos a los cambios y a la información. No sabemos predecir donde estaremos dentro de muy pocos años. Y eso a la vez que fabuloso es desquiciante y preocupa a los que organizan y controlan.
Hoy no es tan válido saber como disponer de la capacidad para saber buscar. Más válido que saber es intuir, discriminar entre las posibilidades que disponemos para seguir sabiendo. No sirven tanto los diplomas como las experiencias y los perfiles múltiples y adaptativos. No sirve tanto el papel como la velocidad para moverse entre intuiciones, entre datos, entre idiomas.
Tenemos la obligación de dominar inglés, pero también de saber buscar la información y de guardarla muy ordenada. Sin el orden nada servirá para nada, pues la acumulación será un problema. Y deberemos dominar las relaciones virtuales, la subscriciones, la empatía con lugares y personas que nunca visitaremos. Tendremos que compartir aunque simplemente sea para ser tenido en cuenta en el intercambio de información.
Cuando salgamos de la crisis, que saldremos sin duda, se necesitará un nuevo perfil de personal útil. De nuevo profesional para nuevas profesiones y diferentes perfiles de gestores. Deberemos saber gestionar personas y datos, información y decisiones, y todo ello en espacios distantes, entre posibilidades cambiantes que constantemente se modificarán. Todas aquellas personas que no puedan o sepan adaptarse a los nuevos retos ocuparán la misma posición que los analfabetos del siglo XX. Hoy ya, quien no sabe inglés, quien no domina Internet, quien no sabe tomar decisiones rápidas es un pequeño o gran analfabeto de las necesidades básicas del nuevo siglo. Quien no construye y crea, quien no entrega información para recibir a cambio, quien no sabe elegir los lugares diarios desde los que beber información, está en inferioridad de condiciones.
La información y opinión no se generará en unos pocos lugares de alta calidad. Será creada en multitud de lugares de acceso público o semi público, sin tanto control sobre su calidad —la inmediatez es un reto— pero de los que deberemos beber para estar formados en el día a día. Y tener capacidad propia de discriminación y de análisis, para separar polvo, paja y grano.