Aznar, que dejó unos días de hacer abdominales para visitar Melilla jodiendo, es un ejemplo de político resabiado y vengativo al que hay que temer. Aprendió a jugar a la política con Bush y ahora es de cara jodida por sus formas sobre todo, pues fondo no se le ve mucho y eso que hace mil abdominales al minuto.
Mariano en cambio es político callado, de laboratorio, o mejor dicho, parece rata de biblioteca que habla cuando le obligan, sin saber muy bien para qué es necesario hablar. Vamos que también es de la otra escuela, aunque no se parezcan en nada.
Mientras estos se mueven —o se quedan quietos— como pez en el agua, los asuntos de Estado siguen su curso, el verano se agosta lentamente y con calor, los parados se van cociendo en su propia salsa y la huelga se acerca, vete a saber tú a quien le importa esto. Parecemos destinados a la nada más absoluta. Sol, playa, cervecita con gaseosa por la crisis y poco más. Este verano hemos suprimido la copa de después de cenar por si acaso, y estamos ahorrando esos 12 euros al día vacacional por si vamos al paro. Es decir, seguimos confundiendo las churras con las merinas. Al menos los sindicatos nos avisan de que han subido los afiliados y que ya hay 3,4 millones de españoles con ganas de pagar una mensualidad sindical por algo. Todavía son pocos para la que puede caer. ¿Y preguntan por Zapatero?, pero ¿quién es Zapatero?