30.8.10

Las primarias dividen. Sobre todo si no saben hacerlas

Nada hay peor para un partido que la división interna. Bueno, sí que hay cosas peores, pero no son tan sencillas de observar desde la calle, excepto en momentos jorobados.
Las Primarias del PSOE son ejemplo democrático en la política interna, como lo hacen desde siempre otros partidos de la izquierda española. Pero en todos los procesos surgen heridas, problemas, dudas, zancadillas, malas caras. Y no debería ser así. Al menos de puertas afuera. Uno se debe decir perro y moro pero dentro de la organización, nunca en los medios de comunicación, pues eso no se entiende por quien no pertenece a la misma y mucho menos por quien no pertenece a ninguna.
Así que harían muy bien Jiménez y Gómez en no permitir que salgan tontos del culo a sacarles la cara por los medios, pues le hacen un flaco favor a su organización política. Y lo digo yo que no soy del PSOE, pero como es de Madrid no me afecta. Ahora es cuando sonrío.
Claro que debe existir el debate interno, faltaría más. Pero interno. Y no es que quiera restar voz a la sociedad, es que simplemente creo que quien no se apunta a participar no tiene derecho a escuchar y opinar. Así de sencillo y duro. Todos entendemos de fútbol y muchos de nosotros somos de un equipo o de otro. Incluso participamos activamente de este juego como abonados o incluso somos simpatizantes apuntados a una cadena de televisión de pago. Es decir, participamos del circo deportivo aunque sólo sea con la pasta (yo no, soy de baloncesto y aquí sí lo hago). Pues bien, en política tiene que ser igual o más pues nos jugamos la forma de vida, las pensiones y el trabajo, la economía y los derechos y libertades. Quien no crea en el sistema que hable para cambiarlo o se calle. No sirve criticar a peso sin conocer ni participar desde dentro. Hay muchas posibilidades, incluso algunas antidemocráticas. Pues con dos bemoles. Que elijan y participen de verdad. No sé si nos iría mejor o pero, pero seguro que nos iría de otra manera y tal y como están las cosas, cualquier modificación podría ser hasta mejor. ¿Cualquiera? Me pregunto. No, cualquiera no, claro, pero estamos en el punto del cambio, como lo estuvimos en otras ocasiones del anterior siglo.