7.7.10

La edad de jubilación: Un valor en disputa.

Parece que hace falta un debate consensuado entre las diferentes partes de este acuerdo que llamamos “sociedad”, en cambio, cuestiones tan importantes y que atañen directamente a nuestro modo de vida (organización y calidad de vida) nos son impuestas desde el consenso a puerta cerrada de los que dicen tener la única verdad, mientras las diferentes voces callan tras la puerta invisible del corazón que no siente.

Hecho: La esperanza de vida ha aumentad considerablemente en estos últimos 50 años, y lo seguirá haciendo.
Verdad a medias: Este hecho hace insostenible el actual modelo de pensiones, que hay que cambiar.
Mentira: La única posibilidad es aumentar la edad de jubilación.

Porque aunque es cierto que vivimos más, es discutible el hecho de que en los cinco años inmediatamente posteriores a la actual edad de jubilación nos encontremos igual de sanos y productivos.
Lo que sí aumenta su productividad es el estrato trabajador.
Desde la OCDE podemos ver como la producción per cápita en estos últimos 40 años se ha multiplicado por 2,35.

Mientras el ritmo del aumento de la producción per cápita no esté por debajo del aumento de la esperanza de vida, no existe peligro real. Claro está, existen diversos problemas:
Si aumentase al mismo ritmo, la calidad de vida del pensionista no mejoraría. Se produce más pero hay más a los que repartir, de forma que al final te quedas igual. Pero aun así no es sensato pensar que la calidad productiva vaya a ir a la zaga. Por cuestiones biologías, la esperanza de vida ha aumentado de forma brutal en estos últimos años, pero no podemos creer que la tendencia sigua en aumento. Sobre todo teniendo en cuenta las enfermedades asociadas.

Así que tenemos que pensar en varias cosas.
Primero, el canal por el que una parte de la producción se traslada a los estratos más adultos. Un impuesto que gravara las rentas de capital, además de las del trabajo, mejoraría la fluidez del dinero, amen de ser más realista en cuanto a la proporción trabajadora y la jubilada en cuanto a la generación de renta.
Una mayor cobertura social, pública (es decir, más residencias, centros de día, etc. El consumo de las personas mayores no es el mismo que el de los trabajadores, y si bien la dependencia de los más mayores puede ser un coste añadido, también existen beneficios sociales asociados en la perdida de la independencia).

Por supuesto, una ampliación de la edad de jubilación sería permisible, pero de forma sostenible y socialmente adecuada. No podemos forzar a según que personas en según que puestos de trabajo, sobre todo si hay alternativas (muchas más de las propuestas aquí, que son un simple esbozo personal) mejores y más sociales.