Tras aprobar el PSOE —si, socialista dice él mismo que es— el despido libre y camino de lograr el sueldo libre, ya solo queda ponerse a temblar o a llorar, según nos convenga. Nadie lo diría, no figuraba en su programa, no es necesario, no sirve para crear puestos de trabajo, beneficia a los que crearon la actual crisis y además se ha aprobado con el voto único de un PSOE que nadie que lo ha votado alguna vez entiende.
La crisis es grave, muy seria, sistémica. Pero las soluciones son las mismas del siglo XIX. No se observan ideas nuevas, agallas, planteamientos ideológicos con arreglo a lo que se es. Se vuelve a soluciones caducas. Más despidos para contentar a los empresarios que en teoría son los que crean riqueza. Estrangulamiento a la clase media que es quien mejor soporta la crisis de momento. Abandono de la clase trabajadora que es quien paga impuestos según lo que trabaja y no tiene fuerza ni sabe estar unida. Nada nuevo, ideas viejas de aprendices de políticos, líderes sociales desaparecidos que son incapaces incluso, de explicar lo que intentan.
Lo curioso es que en estos momentos, con tanto desempleo, lo que menos se necesita es abaratar el despido. Simplemente por la lógica de que ya todos los que deberían ser despedidos, lo han sido. Las empresas que no pueden más, las que tienen una situación crítica, ya han cerrado o han despedido. Por eso hay casi cinco millones de parados. Estas nuevas leyes laborales servirán para despedir dentro de unos años, luego ¿a quien benefician?. Al desempleo no. A la productividad tampoco.
Si una empresa prevé pérdidas futuras, podrá despedir con 20 días por año. Seamos serios. Es más inteligente poner el despido en todos los casos en 20 días por año y no andarse con tontadas. Con dos bemoles, si se tienen. Ahora ya sabemos que el despido en España —de momento— es de 20 días por año trabajado. Y que cada trabajador lo tenga claro en sus decisiones.