Las huelgas, sean sectoriales o generales, son herramientas de defensa laboral del siglo pasado. A veces no encontramos mejores formas de plantear quejas, pero deberíamos empezar a sopesar que no funcionan por muy diversos motivos. Hay otros mecanismos de defensa, dentro algunos de la familias de “las huelgas” o diferentes formas de hacer ver los descontentos sociales, con mayor éxito. No voy a dar más pistas pues gran parte del éxito de las medidas de presión radica en el límite que separa la legalidad de la ilegalidad, esa delgada línea que todos se saltan a la torera según como sopla el viento. Todos.
Plantear una huelga general es peligroso. Por dos motivos fundamentalmente. Si funciona totalmente coloca al país en un peligroso disparadero. Si fracasa coloca a los sindicatos y trabajadores en una complicada situación. Y si es un sí pero no, sirve para muy poco.
Pero efectivamente, algunas de las formas de defensa no se pueden publicitar, y los sindicatos se quedan si su fuerza más lógica: la representatividad de los problemas y las soluciones de los trabajadores. De todos los trabajadores. Y hay que reconocer que este papel no lo han hecho muy bien en las últimas décadas. Me refiero al “todos”.
La situación no es buena. Para nadie. Pero no es lógico que lo tengan que pagar solo los trabajadores ni que no existan diferencias en la medidas tomadas por gobiernos socialistas y gobiernos conservadores. Acabada la ideología política se acaba la democracia, simplemente porque se acaba la participación, al no tener sentido la elección diferente. Y sin democracia política que gobierne, acabaremos en manos de otros sistemas de poder. De hecho cada día hay más ciudadanos occidentales que dejan de creer en la democracia, lo digan en voz alta o se lo callen. Sin saber ninguna de ellos que sin democracia lo que viene ya lo conocemos de sobras. Pero somos humanos y capaces de equivocarnos todos los días. Y de dejarnos manipular. Por eso, para situaciones complicadas hay que buscar soluciones complicadas y novedosas, atrevidas y diferentes. Una vez que los partidos políticos están demostrando que ya no sirven para nada (¡¡guau la frase!!, que no suscribo pero que reconozco en parte de la sociedad que habla y que crece) lo que viene detrás es el caos. O nuestros hijos dan un zapatazo o lo van a tener crudo.