Os dejo (abajo) un artículo de 2010 sobre los peligros que lleva recortar el déficit por la vía del gasto, en periodos de estancamiento económico, con unos planteamientos totalmente distintos a los que estaban decidiendo los gobiernos europeos. Sobre economía o sobre educación, salud o justicia, temas que dirigen nuestras vidas, hay distintas escuelas y formas de entender lo que aparenta ser lo mismo. Y que no lo es.
La fuente es eleconomista.es y se puede leer el original aquí.
Texto del Artículo:
Sin duda hay diversas formas de entender la economía y de actuar sobre los problemas. Que nadie nos asegure que la tomada por Europa es la única ni incluso puede que la correcta.
Mucho se habla de recorte del déficit público en estos días pero, ¿cuáles serían las consecuencias económicas de una decisión así en un momento como este?
Mucho se habla de recorte del déficit público en estos días pero, ¿cuáles serían las consecuencias económicas de una decisión así en un momento como este?
"La respuesta es que un programa de reducción del déficit destruiría la economía, o lo que queda de ella tras dos años de Gran Crisis", afirman desde la revista norteamericana The Nation.
Así, señala que la fobia de Wall Street, la prensa, algunos economistas y prácticamente todos los políticos "es uno de los mayores peligros a los que nos enfrentamos", puesto que reducirlos sin reconstruir primero la economía es un billete seguro hacia el "estancamiento, la recesión de doble dígito e incluso una segunda Gran Depresión", advierte la publicación.
Aparte de "ajustes a corto plazo", como la innovación financiera o el incremento de las exportaciones netas, hay dos formas de conseguir que la economía crezca: una requiere que aumente el gasto del Gobierno; la otra, que los bancos presten.
Así, señala que la fobia de Wall Street, la prensa, algunos economistas y prácticamente todos los políticos "es uno de los mayores peligros a los que nos enfrentamos", puesto que reducirlos sin reconstruir primero la economía es un billete seguro hacia el "estancamiento, la recesión de doble dígito e incluso una segunda Gran Depresión", advierte la publicación.
Aparte de "ajustes a corto plazo", como la innovación financiera o el incremento de las exportaciones netas, hay dos formas de conseguir que la economía crezca: una requiere que aumente el gasto del Gobierno; la otra, que los bancos presten.
Así, para que las naciones avancen, "uno de estos grandes motores financieros, el déficit público o los préstamos privados, deben estar en funcionamiento".
En general, el común de los mortales prefiere la solución pública, pese a su mala prensa, ya que es a la larga la que proporciona salud financiera a las familias. Sin embargo, esta solución compite con el crédito bancario "y esto explica la fobia de Wall Street, los medios y los economistas más conservadores" al déficit público.
Entre las múltiples ventajas que tiene el déficit público frente al crédito privado, es que los deudores de los bancos pueden incurrir en default o declararse en quiebra, lo que puede poner en serios aprietos a las entidades. Sin embargo, con el Gobierno, ese riesgo no existe, puesto que no necesita tener cash de la misma forma que lo necesitan los bancos para hacer inversiones.
Cierto es que el Estado puede gastar de forma imprudente, lo que puede propiciar el incremento de la inflación y agotar los recursos públicos. Sin embargo, los default públicos se producen "sólo cuando los países no tienen el control sobre la divisa en la que se endeudan, como sucedió con Argentina y el dólar. Para los verdaderos (Estados) soberanos, el concepto de quiebra es irrelevante", apunta The Nation.
Otro de los motivos que esgrimen los que critican el abultado déficit público es que es una herencia envenenada para futuras generaciones, idea que rechaza la publicación. Y es que esta deuda "no tiene que ser repagada, y en la práctica nunca lo será.
En general, el común de los mortales prefiere la solución pública, pese a su mala prensa, ya que es a la larga la que proporciona salud financiera a las familias. Sin embargo, esta solución compite con el crédito bancario "y esto explica la fobia de Wall Street, los medios y los economistas más conservadores" al déficit público.
Protección pública
Entre las múltiples ventajas que tiene el déficit público frente al crédito privado, es que los deudores de los bancos pueden incurrir en default o declararse en quiebra, lo que puede poner en serios aprietos a las entidades. Sin embargo, con el Gobierno, ese riesgo no existe, puesto que no necesita tener cash de la misma forma que lo necesitan los bancos para hacer inversiones.
Cierto es que el Estado puede gastar de forma imprudente, lo que puede propiciar el incremento de la inflación y agotar los recursos públicos. Sin embargo, los default públicos se producen "sólo cuando los países no tienen el control sobre la divisa en la que se endeudan, como sucedió con Argentina y el dólar. Para los verdaderos (Estados) soberanos, el concepto de quiebra es irrelevante", apunta The Nation.
No es una carga para futuras generaciones
Otro de los motivos que esgrimen los que critican el abultado déficit público es que es una herencia envenenada para futuras generaciones, idea que rechaza la publicación. Y es que esta deuda "no tiene que ser repagada, y en la práctica nunca lo será.
La deuda personal generalmente se liquida durante la vida del deudor o a su muerte, ya que difícilmente se le podrá cargar a otro. Pero la deuda pública no tiene por qué ser liquidada. Los Gobiernos no mueren", recalca The Nation.
Así, la deuda pública sencillamente aumenta de un año al anterior. "En toda la historia de EEUU así ha sido, con el déficit público y la deuda creciendo todos los ejercicios salvo en seis breves períodos. Y lejos de ser una carga, ese endeudamiento es el pilar fundador del crecimiento económico.
Así, la deuda pública sencillamente aumenta de un año al anterior. "En toda la historia de EEUU así ha sido, con el déficit público y la deuda creciendo todos los ejercicios salvo en seis breves períodos. Y lejos de ser una carga, ese endeudamiento es el pilar fundador del crecimiento económico.
Los bonos públicos aportan rentabilidad neta al sector privado, mientras que los títulos corporativos sólo transfieren el dinero de una parte del sector privado a otra", sentencia la revista.