Tenemos (debemos) que preguntarnos qué estamos haciendo cada uno de nosotros por la crisis. Los que la sufren en primera persona ya hacen suficiente pues son los actores principales de un drama del que no se conoce su duración. ¿Pero y los demás?
No basta con quejarnos ni con poner cara de poker. Sí va contigo y conmigo, no sirve de nada que te escondas, es un asunto complejo que te atañe. Y si no quieres hacer nada por cambiar las situaciones, no debes quejarte.
Se habla de muy diversas medidas posibles: algunas imposibles, otras conservadoras, algunas de izquierdas, muchas antiguas, otras con poco efecto. Es el momento del debate cuando debería ser el de las soluciones, pero han sido muchos los que han opinado que esto no era tan grave y que en pocos meses se saldría sin problemas. Ahora es que no.
La reforma laboral se tiene que hacer por decreto ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo. Algo lógico pues todas las cartas están marcadas desde hace meses tanto para empresarios como para sindicatos. Pero es incluso bueno que sea el Gobierno quien legisle en la crisis, más si como parece, no van a ser medidas para pocos años, ni leyes no consensuadas antes con al menos algún grupo político añadido al PSOE.
Serán medidas duras. Muy duras. Pero todos tenemos algo de responsabilidad en esto. También los que hemos callado o los que no hemos conseguido que se nos tenga en cuenta a la hora de avisar de que la actual situación era insostenible.
La baja productividad en este país tiene mucho que ver con el tipo de contrato laboral, con la mala relación laboral de las últimas décadas. Cuando se trabaja en RRHH se sabe lo importante que es la implicación de todas las partes, de la motivación, de la formación continua, de la seguridad, de la participación. Con contratos eventuales todo trabajo en RRHH para motivar se va a la basura. ¿Alguien entiende de equipos?
Los empresarios tiene la obligación de ganar dinero. Es su máxima. Punto. Pero mirando en el medio y largo plazo de su empresa. Se (nos) han centrado en ganar dinero fácil y rápido y ahora nos quejamos todos. No se ha reinvertido, no se han cuidado los RRHH, no se han realizado políticas de formación continua eficaces. Hemos tirado el dinero por el desagüe. Y ahora todos nos ponemos las manos en la cabeza.
¿Cuántos millones de euros en formación profesional y laboral no han servido para formación eficaz? ¿quienes son los responsalbes de este despilfarro y lo que es peor, de este desastre generacional en la formación profesional continua?
Ahora toca recoger las mieses vacías de grano y aguantar el polvo del camino. Todos.