21.6.10

La izquierda no está unida ¿Debe unirse la izquierda real?

En estas semanas en las que la crisis más azota y la desbandada de ideas novedosas por parte de los neosocialistas es más patente, escuchamos cantos de responsabilidades varias, para la nueva izquierda que tendrá que surgir tras el cambio sistémico de la forma de organizarnos.
Tanto IU como CHA han dado muestras de madurez, desde diferentes reuniones de trabajo, para decir alto y claro que la izquierda debe trabajar más unida, más junta y con ganas de ofrecer a su sociedad una sensación de responsabilidad política mayor, con nuevas ideas, agrupando a fuerzas de izquierdas, republicanas, federalistas, ecologistas o nacionalistas responsables.

No es tiempo para la irresponsabilidad y estar desunidos es una muestra de ello. La sociedad va a necesitar más que nunca tener objetivos claros, pero también ideas nuevas; adaptar nuestra forma de pensar y de actuar al nuevo siglo, a la nueva situación que surgirá tras la crisis; olvidarnos de ideas caducas ya imposibles (aunque ilusionantes y lógicas en el siglo XX), pues los tiempos son otros y es momento de trabajar para no perder, más que para ganar.
La izquierda tiene que demostrar que es posible defender a los trabajadores del Estado desde la responsabilidad, pero también desde el control absoluto de los abusos y la manipulaciones de los que ostentan el poder mediático y escondido. Tiene que demostrar que es capaz de construir estado social y avanzar, no desde la utopía sino asentado en la realidad, utilizando si es necesario las mismas herramientas que los enemigos de los menos favorecidos con el poder y la economía. 

Las clases medias son una vez más las grandes protagonistas silenciosas de esta sociedad, la cada vez más numerosa parte de una sociedad que camina a pasos agigantados hacia la desafección social y la apatía; logrando que participe más de la política acercándola al progresismo con soluciones y planteamientos más humanos. Si la juventud actual se está decantándose desde un neosocialismo inicial hacia el liberalismo por la crisis; los adultos dejan de participar o se radicalizan más “en contra del otro” que “a favor del propio”; y la tercera edad se radicaliza inamovible entre posiciones adoptadas en los años 80 y una apatía total que lo inunda todo.
En este barullo no parece tener espacio propio una izquierda real, perdido más por dejadez propia que por habilidades de los contrarios. 

O demostramos desde la izquierda real que somos capaces de crear espacios propios, sinergias y agrupaciones ideológicas en donde nos olvidemos de los máximos para conseguir la lógica, o perderemos definitivamente el poco espacio que tenemos. Dependemos exclusivamente de nosotros para intentarlo.