Tras el Consejo de Ministro de hoy, con la aprobación de la reforma laboral, he visto al país como recogido, preocupado, reunido con sus amigos para analizar la situación.
La he percibido vestida de rojo, como debe ser ante una situación como esta. Deseosa de intervenir. Pero no era por la reforma laboral, era por el fútbol. De hecho los telediarios han abierto con el deporte, mecachis la. Contento debe estar Zapatero de esto, pues así no se habla de lo importante.
Lo de la reforma que nace reformada tiene su aquel. Ya no será necesario que la empresa demuestre pérdidas durante 6 meses; no se dice nada y miel sobre hojuelas. Le dejamos el asunto al juez, que será quien vea si sirven las pérdidas como prueba o si sirven las pruebas como pérdidas. Más lío.
Los sindicatos han dejado unos meses en medio para hacer las cosas bien, más que nada porque si se demuestra que tenemos para la huelga el mismo brío que para meter goles a los suizos, se nos puede hundir el sindicalismo. Más todavía, si.
Debemos estar tan mal, tan enfermos de deudas, que no nos cambian ni las traviesas de la vía en Anzánigo. Y me dice mi hermano, que tiene unas preguntas de espanto… ¿y si estamos tan mal, como es que no se dieron cuenta antes?
Yo le he remitido a los masones, como hacía Franco cuando quería disimular. La verdad es que lo sabían y mucho, los que intentaban seguir chupando de la burra. Y ahora simplemente están muy preocupados porque no saben qué hacer con sus billetes de 500 euros. Yo tenía uno y lo he roto no vaya a ser que me acusen de defraudar al país, que ahora te miran mucho. Ahora lo veo en pedazos y me entra una mezcla de miedo y tontería, y es que no sé qué hacer con los trozos por si me pillan.