Yo no sé vosotros, vosotras, pero estoy preocupado. Si, por la economía pero también —o más todavía— por la sociedad y su forma de encarar las situaciones. Tenemos tanta información y la recibimos de forma tan rápida, solapando una a otra, sin poder valorar qué es peor o mejor (pues no logramos recapacitar sobre nada, ya que enseguida llega otro dato que tapa al anterior), que no creo que logremos sobrevivir a esta situación. Tal vez sea mejor, vivan mejor, los que no hacen caso a nada. Los que no leen ni escuchan, los que no miran nada que no sea natural.
Si, cada día estoy más convencido que aquello que no existía hace 50 años hay que revisarlo con calma y darle la importancia justa. Nada más que la justa. Pero no porque me niegue a las tecnologías o a los avances; no; es simplemente porque ahora me dan miedo. Adoro los aparatos nuevos, llevo en las venas mis primeros recuerdos hace casi 20 años de mis Mac y desde entonces sé lo que es la novedad antes de que salga en la tienda, sentir que Internet crece como la imaginaste, que las novedades te desbordan. Pero si que creo que ahora estamos viviendo el inicio de un fin. Nos estamos consumiendo porque nos han engañado con el consumismo desaforado.
Creo y es jodido asumirlo, que estamos en una crisis sistémica. De sistema. No porque no se pueda seguir creciendo a la misma velocidad progresiva que hasta ahora; que también; sino sobre todo porque el ser humano se ha pasado de revoluciones. No es soportable seguir creciendo así, y creo que todo nos está explotando en las manos precisamente por ese abuso. Tú, yo, no podemos soportar la deuda privada que tenemos. Es imposible pagar todo lo que debemos si los falsos cimientos nos enseñan la verdad. Ni nuestra vivienda vale lo que creíamos, ni nuestro trabajo está seguro, ni el dinero del banco vale lo que pensamos.
Todo depende.
Efectivamente el que más tiene, tiene más. Pero no sabe cuanto más. No sabe cuanto en relación a qué o a quien. No sabemos por cuanto tiempo valdrá lo que pensamos que ahora vale.
¿Futuro?
Depende de nosotros. ¿Tú qué quieres hacer por que sea mejor?, me decepciona la posible respuesta que observo. Creo que es muy poco lo que podremos hacer, pues no tenemos ganas de asumir y menos todavía de luchar por mejorar. Seguimos ciegos. Pero al menos dependemos todavía de nosotros.