La cita reunió a 39 autores, todos menores de 39 años, todos árabes aunque de lugares tan dispares como Túnez, Sudán, Yemen, Irak, los territorios palestinos, Omán, Libia o Arabia Saudí. Ellos eran los ganadores del concurso convocado por el Festival Hay, cuyo jurado se vio obligado a elegir entre 450 obras antes de seleccionar a quienes protagonizarían la cita beirutí.
Tras meses de preparación, el Beirut 39 Festival –ramificación del Festival Hay, celebrado en la capital libanesa con motivo de la capitalidad cultural del libro otorgada por la UNESCO a la ciudad por un año- tuvo lugar finalmente entre el jueves y el domingo pasados: casi 50 mesas redondas convocadas a lo largo y ancho de la ciudad –con alguna aportación desde Londres- permitieron al público del país del Cedro acercarse a sus nuevos escritores, provenientes de todos los países árabes y de la diáspora europea y norteamericana, y conocer mejor técnicas literarias y desafíos culturales en la región.
Fue un encuentro caluroso de lectores entregados a unos escritores emocionados y conscientes de la imposibilidad de celebrar semejante cita en el resto de los países de la región.
Los menos, criados en el exilio, se mostraban sorprendidos por la calidad de las obras llegadas de los países más oprimidos por los sistemas religiosos y aliviados por el occidentalizado ambiente beirutí; el resto se congratulaba por disponer de un espacio en el que acercarse a sus lectores potenciales, sobre todo en el caso de los autores iraquíes y palestinos, con escasas posibilidades de promocionar sus obras.
Pero también fue una buena forma de conocer las inquietudes de una nueva generación de autores que rechaza los tópicos que suelen aplicarse a los árabes en Occidente y reivindican la calidad por encima de la politización en sus obras. Uno de los miedos más recurrentes es la incomprensión en el extranjero, el ser vistos como ‘embajadores’ de las nuevas generaciones árabes, distanciadas de sus regímenes y opuestas a las dictaduras.
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