La política y los políticos están perdiendo su sentido. Y esto es muy grave y provocado.
El poder real de las sociedades civiles está cada día más en manos de las grandes empresas, de los manipuladores de las economías, de los jugadores con ventaja que están escondidos. Ya han aprendido incluso a mover monedas globales, atacando a países concretos. Saben manipular los resultados económicos de las sociedades para crear opiniones contrarias, para no dejar margen a las soluciones que puedan aportar los políticos.
Tras los poderes “fácticos” de antaño, aquellos poderes ideológicos o religiosos que controlaban “por simpatía y amistad”, han surgido los poderes tecnológicos o de laboratorio político, que nunca se presentan a unas elecciones ni dan la cara, que no conocemos la gente de la calle, que son quienes controlan el poder e incluso las opiniones públicas.
Estas reflexiones pueden parecer fruto de ideologías provocadoras, pero en cambio puedo asegurar que lo son desde la reflexión, que pueden estar equivocadas, pero nada más. Me asustan el uso que se está haciendo de la NO política y en la que estamos cayendo todos y a la que se prestan sobre todo los propios políticos que no están a la altura de las circunstancias.
Realmente se lo están poniendo muy fácil a los poderes escondidos. La sociedad responde con asco hacia los políticos, amparados primero en la manipulación pero segundo y casi a la vez a la nula capacidad de los políticos de crear una base inteligente de soluciones a los problemas. Que no se nos olvide que los políticos cobran por gestionar y que se presentan libremente para ser elegidos para su trabajo.
Cuando quien debe tener el PODER con mayúsculas no lo ejerce, realmente lo está entregando a otros, que en muchos casos se desconocen su ideología y sus intenciones. Cuidado con ciertas campañas muy bonitas, cuidado de todos los que dicen que los políticos son MALOS. Cuidado con entregar como sociedad nuestro poder a grupos de presión que no sean políticos. A esos no se les puede cambiar cada cuatro años.