Parece a veces increíble, pero la sociedad a veces camina por senderos distintos a los de la lógica política. Y es muy complicado saber por qué.
Poner tranvía en las grandes ciudades es positivo. Es un sistema de transporte urbano rápido, no contaminante, barato, hoy es moderno, ágil y que iguala zonas alejadas de la ciudad dotándolas de un servicio inigualable. El autobús no es capaz de ofrecer el mismo servicio de capacidad ni rapidez y menos de contaminación.
Pero preguntando a los zaragozanos, resulta que según los datos publicados hoy por Ebrópolis, cuando las obras del tranvía están en su apogeo pero con unas afecciones que son soportables, uno se encuentra con unos datos sorprendentes.
Menos del 37% de los zaragozanos consideran bueno o muy bueno el tranvía, contra un 51% que lo considera malo o muy malo. Increíble, sobre para Juan Alberto que pensaba sacar rédito a esta obra emblemática. Y lo curioso es que en Zaragoza hubo tranvía durante casi un siglo (hasta hace casi 4 décadas) y con muy buenos recuerdos. No es un sistema de transporte urbano nuevo.
A veces los políticos se sientes desorientados, porque realizan grandes inversiones, grandes proyectos, buenos proyectos incluso (que ya es decir mucho) y no se obtienen los resultados apetecibles.
Está funcionando en muchas ciudades españolas y europeas. Y sí, los coches pueden salir ligeramente perdiendo protagonismo en las calles, pero es que ya resulta imposible conducir con fluidez.