Son cada vez más. El aumento de la esperanza de vida, la convivencia obligada de los jubilados y una fe inquebrantable en el amor romántico hacen que año tras año ciudadanos con los 70 ya cumplidos se planten ante el juzgado con una demanda de divorcio. ¿Qué lleva a un hombre o a una mujer a decir adiós a medio siglo de matrimonio y afrontar una realidad incierta en el último tramo de sus vidas? Los expertos aseguran que hay notables diferencias de género en la decisión, si bien a unos y a otras les une el deseo de vivir sus últimos años manteniendo a raya el fantasma de la infelicidad. En general, las mujeres buscan tranquilidad; los hombres, muchos, alegría para el cuerpo -la Viagra hace milagros- y compañía para la mente.
Durante 2008 se separaron casi 13.000 españoles cercanos a los 70 años
Altamira Gonzalo, la presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, abunda en esa idea: "Las mujeres mayores decididas a separarse suelen llegar ante el abogado y decir: 'Lo único que quiero es que me dejen en paz. No soporto vivir ni un día más teniendo que dar explicaciones por todo lo que hago, ni siquiera aguanto tener que tragarme el fútbol de la tele".
Los maridos, por lo general, se quedan estupefactos. "Ellos te dicen: '¿Pero a esta mujer qué le pasa? No la pego, no me emborracho, le doy todo el dinero, no voy con otras mujeres, ¿qué quiere? No lo entiendo'. Lo que quiere la mujer", añade Altamira Gonzalo, "es quitarse una losa de encima, salir de un encierro que la asfixia ahora que los hijos ya están independizados. Pero eso la mayoría de los hombres no lo entiende".