Cuando estamos mal, cuando la depresión o la ansiedad nos ataca es muy complicado saber cómo nos encontramos en verdad. Tenemos dos estados de ánimo diferentes, que cambian según momentos o incluso según personas. A veces estamos peor de lo que nosotros mismos creemos que estamos. A veces estamos mejor de lo que decimos, sin darnos cuenta de ello.
Nos resulta muy complicado medir nuestro estado. Por eso tenemos que emplear algunos pequeños trucos que mantendremos en secreto, y que nos servirán para medirnos a nosotros mismos.
Nuestra capacidad de concentración. Las ganas que tenemos de mantenernos limpios y aseados. Las ganas de salir de casa o de hablar con otras personas. Los días que hace que no escribes en tu diario.
Son pequeñas pistas personales que nos servirán a cada uno de nosotros para saber cómo nos encontramos de ánimo. Ya. Ya sé que a veces es mucho más sencillo que todo eso. Que las ganas se notan tanto (que faltan, quiero decir), que no hay que recurrir a trucos para saberlo. Pero de las fases gordas se sale y luego vienen las que más duran, de recuperación lenta, y que también hay que controlarlas y conocerlas.