Vuelve a volar un espíritu, una seña de libertad, de pluralidad, de cultura aragonesa. Vuelve a volar la ilusión.
Somos todos responsables de que Andalán tuviera que cerrar. Todos. Y lo volveremos a ser, si tiene que recoger otra vez la alas y posarse en la nada.
Andalán necesita aire, mucho trabajo, calma, una buena dirección voluntaria con mano fría pues vendrán a darle gorrazos los escondidos de siempre.
Andalán tiene que representar sobre todo para las gentes algo ajadas, una bocanada de aire nuevo pero con “madre” de buena bodega. Y ya no somos tan nuevos como para no conocer todo un catálogo renovado de zancadillas.
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