Aunque el nombre pueda llevar a engaño, la Visión Positiva del Estado es una visión económica relativamente contraria a la visión idealizada del sector público como organismo económicamente positivo. Irónico ¿Verdad?
Para entender a que nos referimos cuando decimos “visión positiva” debemos atender a su versión más filosófica del termino, provista por Augusto Comte, que también fue uno de los padres de la sociología.
La visión positivista, al contrario de la normativa, atiende a “lo que es”, y no a “lo que debe ser”.
Pues bien, en economía se suele emplear mucho estos dos términos en los ámbitos de actuación pública.
El sector público es aquel que puede actuar de forma consciente en la economía (con cierto peso económico, los consumidores también son conscientes, pero su individualidad les hace ser una parte ínfima del grupo). Por ello es muy importante atender a la ciencia desde el punto de vista normativo (como queremos que sea la economía) y positivo (como funciona la economía), para que el gobierno pueda actuar de la mejor manera posible.
La visión normativa introduce una formulación más matemática del sector. Esta “matematización” no hay que verla como una abstracción ilógica, sino como una ayuda a comprender términos como el dominio de mercado por parte de los monopolios (que deberán ser regulados), cuestiones de información imperfecta, la mejor provisión de bienes públicos o el correcto ajuste de problemas sociales y externalidades como la contaminación (por poner los ejemplos más comunes y estudiados).
Obviamente, el Estado no es una función matemática, pero si cumple una función esencial en la economía que ha de ser mesurada y analizada.
Ahora bien, la Escuela de Chicago, positivista, con autores americanos de corte más liberal salieron pronto al ámbito económico con críticas permisibles sobre la argumentación normativa, pero algo hipócritas en mi opinión.
En general, su hipótesis básica es que el Estado, al no ser una entidad independiente formada por seres neutros, sino por seres humanos, tendrá incentivos propios fuera del propio bienestar de la población. Es decir, su argumento es que el Estado tendrá individuos que por su propia condición de personas individuales que buscan su propio beneficio crearan ineficiencias en todo el sistema público, gracias a su situación de poder.
En cierto modo no les falta razón, de ahí que diga que entiendo su punto de vista. Algunos miembros del sistema político se benefician de sus cargos, y parte de la burbuja inmobiliaria ha surgido por estos beneficios, que fomentaban todo tipo de ineficiencias sobre el suelo y las viviendas.
Ahora bien, si admiten que las personas pueden, a través de la búsqueda de su propio beneficio, crear ineficiencias en el sistema. Si admiten que el hecho de seguir el propio interés puede condicionar negativamente a la economía, no sé porque no admiten entonces que la simple búsqueda del propio interés por parte de todos los individuos, consumidores y empresarios, puede no llevar al óptimo.
Porque realmente el estado no es más que una unión de ciudadanos, de igual forma que las empresas, o las asociaciones de consumidores, a mayor escala por supuesto.
¿Es que acaso hay que diferenciar entre las diferentes búsquedas de interés, según nos convengan? ¿Por qué defienden el sistema liberal bajo condiciones de mercado competitivo, información perfecta y ausencia de monopolios, e introducen todos esos efectos en el sistema público? ¿Es que acaso los problemas de ineficiencia en la economía sólo actúan en el sector público? ¿O es que acaso no queremos que exista, independientemente de cómo “sea” la economía?
Saludos. MPA