Cuando las formas fallan, los fondos de las cuestiones pierden su sentido, y es lo que le está pasando a la Iglesia española o incluso a casi toda la Iglesia católica.
Presentarse en Madrid con 300 curas, el Papa en vídeo y al fundador de los Kikos dando sermones, resulta complicado para transmitir serenidad, mensaje claro y sobre todo alternativas y soluciones.
Que la familia está cambiando no hay duda; que el concepto de familia como se conocía hace sólo 50 años ya casi no existe es bastante cierto. Y que incluso esto no es del todo bueno, también.
No debemos aceptar los cambios por el simple hecho de que pensemos ahora que son “más modernos” pero la sociedad avanza a golpes de retrocesos, y es posible que las situaciones se posen, siempre que aprendamos los hombres a respetar más a las mujeres.
Lo cierto es que el concepto de familia, como institución en donde una parte estaba por debajo de la otra en derechos y por encima en deberes, no tiene defensa alguna. Era una barbaridad y ahora esto se está socialmente nivelando.
Quiera la actual jerarquía de la iglesia católica o no.
Quiera la actual jerarquía de la iglesia católica o no.
Que esta igualdad de derechos entre sexos trae cambios es obvio y que entre esos cambios alguna situación sale perjudicada también. Es cuestión de saber encontrar soluciones a los problemas y en asuntos sociales, cuando son graves, siempre aparecen, pues sucede como en el mercado, que es tan listo que se adapta a las situaciones.
Que se han salido de madre las cuestiones y que ahora el divorcio es una herramienta tan usada como el matrimonio es un hecho incuestionable. Normal por otra parte. Y el resultado a medio plazo será que cada vez las personas se casen menos, entre otros motivos por que resulta muy caro divorciarse.
Y que los hijos salen perdiendo con divorcios traumáticos, sin duda.
Y que los problemas vendrán en las edades de la vejez, también.
Y que a nuestros padres les resultará más complicado encontrar atención familiar cuando tengan una edad complicada, por supuesto.
Pero es que todas estas enormes tareas se las estábamos encomendando a la mujer, y sin retribución moral alguna. No reconocíamos el trabajo enorme de la mujer que se quedaba dentro de la familia a cuidarla. Es perfecto que haya igualado su libertad personal a la del hombre y que ahora todos los trabajos “familiares”, o se compartan o no se hagan.
¿Qué busca la jerarquía católica, que la mujer vuelva a tener la pata quebrada en su casa?, ¿ahora es partidaria de darle favores en el cielo, cuando le ha negado sus derechos civiles durante siglos? Yo no recuerdo a la iglesia católica desfilando la primera, nunca, por los derechos de la mujer.
Para leer algo más sobre la "familia tradicional, un invento de nuestros días" leer aquí
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