Por desgracias todos nosotros, yo el primero, hablando de secuestros, alentamos los mismos.
El secuestro busca sobre todo el terror, la notoriedad, bien rápida o bien constante para unos fines bastardos que no siempre son el conseguir una recompensa económica.
Hoy los secuestros hacia personas anónimas están creciendo, porque en los casos en que se busca que una causa o idea esté en boca de muchos, lo de menos es el secuestrado, sino el terror que se puede causar en muchos anónimos con poca estructura; y nada causa más dolor (por desgraciados que parezcan los motivos) que pensar que también “yo” (el anónimo) puedo ser el castigado.
No es posible pagar con dinero los minutos que aparecen en los medios de comunicación los terroristas que secuestran por “sus motivos”. Da igual cuales sean estos, porque los terroristas no quieren otra cosa que estar en el aire, bien para intentar vender sus ideas, bien para alimentar a sus huestes con humos de éxito.
En el mundo occidental un adulto formado tiene enormes dificultades para controlar una clase de 20 niños. En el mundo del terror un solo universitario puede controlar con su verbo a decenas de miles de adultos armados y dispuestos a morir. Sólo un hombre inteligente puede controlar el destino de gobiernos y medios de comunicación a poco que se lo proponga. Nuestra desventaja es tremenda.
Tras el secuestro de los 3 cooperantes, sabemos ya que durante semanas (y esperemos que no sean meses), tendremos en todos los medios informaciones sobre Mauritania, Mali, Al Qaeda, Al Andalus, la ministra Chacón o los intermediarios ingleses que facilitan los pagos. Y gratis a la vez que inevitable.
¿Inevitable?
Si consideramos que es inevitable les estamos diciendo a los secuestradores, a estos y a todos, que se vayan organizando porque el circo está abierto para que puedan vendernos sus ideas y además cobrarán por ello.
Sí, estoy hablando del olvido.
Las familias de los secuestrados, de estos y de todos, de incluso los míos si sucediera, tendremos la obligación de intentar salvar la vida de los retenidos. Faltaría más. Pero la sociedad en su conjunto deberá medir la temperatura de sus reacciones para evitar la multiplicación de los panes y los peces.