No es posible terminar la semana en calma, porque las noticias hay que crearlas de no existir, y con ellas las incertidumbres.
No hemos salido de la crisis, de la económica quiero decir, y ya salen voces avisando de que vuelve. No hay tiempo ni para respirar, oiga. Marcelino que es un entrenador de fútbol ha sido destituido del equipo de Zaragoza por esas casualidades tan normales en las empresas españolas, en las que lo último que se despide es a los jefes de traje y despacho fino. A Zapatero le crecen los enanos y hasta la derecha más dura se disfraza de defensora de las libertades en internet, de las de los pobres saharauis o la de todo hecho que vaya en creciente pelea con el Gobierno. Leña al mono que se menee, para jorobar al de las cejas, incluido al Gran Wyoming.
La crispación crece más que las luces de Navidad en un año raro que pasará a la historia como vacío o lo que puede ser peor, como gris marengo tirando a negro. Todos estamos esperando a la próxima primavera para ver si los brotes verdes se secan o si logran hojas de verdad. Ya anuncian que el empleo hasta el 2012 nada de nada, que es como decirles a los jóvenes y a los parados de más de 50 tacos que lo tiene jodido para emanciparse, los unos de sus padres, los otros de sus hijos. A un parado de más de 50 años esta crisis le ha pillado con los huevos en agua caliente, pues estos años sin trabajo serán los que le contarán para su jubilación. Y puede que lleve 40 años currando y cotizando, pero como si nada oiga, que los sindicatos no se acuerdan más que de las empresas grandes.
Cansado estoy de la semana y eso que todavía no ha comenzado.