La primera secuencia de Celda 211 te avisa, como en Grupo salvaje, de que esto va en serio, de que va a hablar de fronterizos en situación tétrica. Te obliga a cerrar los ojos.
La segunda escena, que ejerce de prólogo expositivo, es horrorosa, con actores que recitan con tonillo presuntamente natural pero vergonzantemente falso lo que ocurre en esa cárcel.
En la tercera aparece un cráneo afeitado y unos andares intimidantes. Se hace llamar Malamadre, es el jefe de los malos.
En todo relato, y una película lo es, el inicio, la primera frase, debe mostrate de qué va el relato.
Luego el primer párrafo debe dejarte un sabor claro del contenido final e incluso el principio de ese fin. Dicen los puristas que en el primer párrafo debe estar contenido sin escribirlo, el final. El lector, el espectador, debe intentar adivinar el final tras los primeros 5 minutos.