20.10.09

Entre desigualdades y libertades, prefiero trabajar por las primeras

Desde la izquierda estamos luchando constantemente por la libertades, en un claro ejemplo de error en el diagnóstico y la estrategia política.
Sin un nivel de vida aceptable, las libertades no sirven para casi nada.
La izquierda debería pelear por conseguir un nivel de vida más alto, para que las diferencias entre los ciudadanos fueran mucho menores, aparcando las libertades colectivas a un segundo plano.
Somos pobres esclavos con muchas libertades sociales. Pero pobres.

Podemos tener todas las libertades posibles, pero si no tenemos un trabajo digno, un acceso a la vivienda que no sea una cárcel, la posibilidad de emanciparse a una edad lógica, todas las libertades quedarán en papel escrito sin poder usarse.
El número de personas que están atadas por sus condicionantes personales y económicos es tanto, que por muchas libertades civiles que nos demos, no vamos a poder usarlas, pues no podremos salir de las ataduras sociales, y deberemos seguir siendo esclavos de un sistema perfectamente creado para engañar.

La propia derecha nos plantea la pelea en temas de libertades, dejando oculta la realidad de las desigualdades, porque no le interesa que la izquierda entre en esa parcela de lucha social.
Para los neoconservadores, es una maravilla que la izquierda plantee temas de libertades, de infraestructuras, de formas en la cultura o la educación, de igualdad por género, de ayuda a la inmigración, de religión.
Somos tan tontos que dejamos de plantear con seriedad lo que a ellos más quieren salvaguardar, las desigualdades económicas.

A los ricos les interesa más que a nadie que sigan existiendo pobres, esclavos libres, mano de obra acomplejada y barata, para poder ser más ricos.
Nos hemos creído todos en unos años, que éramos ya tan ricos, que no se debería seguir peleando por el abuso en el trabajo, por la dignidad económica, por el acceso a la vivienda y a una vida digna. Nos hemos olvidado de los olvidados, de los pobres, de los desamparados, pensando que eran una minoría voluntaria. Y mientras tanto seguían escondiendo el mal acceso a la dignidad social.

Y mientras tanto les echamos las culpas a los políticos, en otra trampa más del sistema creado por ellos, para que nunca aparezcan como responsables de las desigualdades. ¿Cuánta diferencia de sueldo mensual hay entre un Presidente del Gobierno y el Presidente de un Gran Banco? ¿y entre un Alcalde y un Consejero de una empresa que hace una década era pública y ahora es privada porque se medio regaló a unos cuantos amiguetes? ¿quién se lleva realmente el dinero de todos?