11.9.09

No sé si hablar de Belén Esteban o de el 11-S. Estoy tonto.

Hay días complicados para elegir posibles entradas. No sé si hablar de la Diada, del 11-S, de Opel y GM, de Nozar, de Belén Esteban o de Gran Hermano 11. Tantos problemas sociales, junto a que un tal Ramos no ha sido convocado por un tal Pellegrini, que puede que sea el más grande todos, hace que no esté seguro por donde debo atacar para no equivocarme.
¿Qué le importa más a una sociedad algo aburrida y adormecida, que vaga por la crisis como si no tuviera remedio tanta tontería de un sistema ya caduco que como el Imperio Romano, ya tiene incluso su aniversario por una Roma particular que arde por culpa del déspota?
Debo escribir rápido pues Internet me está fallando, en un ejemplo claro y premonitorio de que el fin del mundo está cada vez más cerca. No se puede vivir, incluso ni mal vivir, si Internet te falla y se cae. Ya no es posible un mundo sin CocaCola y sin Google, sin Andreita y sin la roja, que ahora resulta que ya no es una horda sino un sentimiento nacional alegre que es capaz de salvarnos en lo universal.
Me estoy mareando, y no sé si es que tengo la tensión baja o es la mala hostia que me está subiendo por el cuello. Y yo sin confesarme todavía.