Hemos conseguido que el Sur invada al Norte, que nos exporte sus derechos laborales, su economía de asco, e incluso si no nos defendemos, sus sistemas maravillosos de gobierno.
Las clases medias tenemos la culpa, pues en los países democráticos somos los que sustentamos el poder con nuestros votos. ¿O últimamente nos da por abandonar el barco y dimitir de nuestras responsabilidades cívicas y sociales?
A poco que nos sigamos manteniendo en la siesta continua y provocada por imbéciles que juegan a hacer los coros de sus amos, trabajaremos todavía más por mucho menos, no tendremos derechos que antes no sean consentidos con permisos puntuales y sólo podremos consumir las mierdas que nos permitan nuestros sueldos de agradecidos, porque encima no nos apalean si somos buenos y permanecemos callados.
Nos mantienen callados a golpe de tonterías de baba, de deportes y circo, de manipulaciones capaces de hacernos creer que no nos manipulan, de enseñarnos que todavía puede ser peor, pero sin avanzar en cambios para evitarlo. Si todavía puede ser peor, lo que deben hacer es no avisarlo y asustarnos, sino resolverlo.
Pero ellos no son los culpables, sino los aprovechados de nuestro silencio, de nuestro aborregamiento social. Ellos recogen el beneficio, el grano, mientras nosotros simplemente callamos y agachamos el lomo para no ser vistos mientras apoyamos con nuestro silencio.
Ya lo siento, tengo un mal día.
Las clases medias tenemos la culpa, pues en los países democráticos somos los que sustentamos el poder con nuestros votos. ¿O últimamente nos da por abandonar el barco y dimitir de nuestras responsabilidades cívicas y sociales?
A poco que nos sigamos manteniendo en la siesta continua y provocada por imbéciles que juegan a hacer los coros de sus amos, trabajaremos todavía más por mucho menos, no tendremos derechos que antes no sean consentidos con permisos puntuales y sólo podremos consumir las mierdas que nos permitan nuestros sueldos de agradecidos, porque encima no nos apalean si somos buenos y permanecemos callados.
Nos mantienen callados a golpe de tonterías de baba, de deportes y circo, de manipulaciones capaces de hacernos creer que no nos manipulan, de enseñarnos que todavía puede ser peor, pero sin avanzar en cambios para evitarlo. Si todavía puede ser peor, lo que deben hacer es no avisarlo y asustarnos, sino resolverlo.
Pero ellos no son los culpables, sino los aprovechados de nuestro silencio, de nuestro aborregamiento social. Ellos recogen el beneficio, el grano, mientras nosotros simplemente callamos y agachamos el lomo para no ser vistos mientras apoyamos con nuestro silencio.
Ya lo siento, tengo un mal día.