
Con el nuevo campo de fútbol de Zaragoza, los experimentos financieros deberían estar totalmente descartados, pues ya estamos hartos todos, de tener que soportar cargas económicas para juegos florales y tontadas varias.
Un campo de fútbol, por mucho que deseemos pensar otra cosa, es un lugar que se utiliza dos horas cada 15 días y sólo durante 8 meses al año. Invertir tantos millones en esto, cuando la ciudad necesita tantas infraestructuras, tantos servicios parados o no servidos, es vergonzoso.
Nadie obliga a Zaragoza, a disponer de un campo de fútbol nuevo y menos todavía a que sea muy caro. Hoy es invialbe pensar en el corto plazo inmobiliario para compensar la inversión, pues estamos abriendo Zaragoza en demasiados frentes de crecimiento (Valdespartera, Arcosur, La Jota, Aceralia, Parque Goya etc) como para pensar que un nuevo barrio al final de Montemolín es viable, excepto que sea a costa de la despoblación o incunclusión de otros desarrollos urbanos en la ciudad.
Habrá que hablar claro de la financiación del campo de fútbol, pero también de la Zaragoza que queremos todos para dentro de dos décadas.
Y jugar lo menos posible con el futuro de la ciudad.