No es de recibo el espectáculo silencioso y tapado que están ofreciendo algunos partidos aragoneses con los trapicheos y cambios, apaños y amistades peligrosas, que no son capaces de aclarar ni depurar.
Aragón debería saber penalizar a los grupos políticos que no son capaces de dominar a sus políticos en los apaños personales. Pero no parece capaz de levantar la cabeza.
Asumimos y caemos en la trampa de los medios de comunicación, del voto útil para algunos, pero no para esta tierra que tanto necesita y tan poco recibe porque los que aparecen como líderes no son capaces de controlar y gestionar su propia casa política.
Mientras no seamos capaces entre todos de castigar con el abandono a todas las organizaciones que no saben gestionar lo público, no saldremos de este atontamiento social que nos invade. Y no parece que seamos capaces de reaccionar.
Mal nos irá, sin duda.