Es enfermedad contagiosa en todo tipo de gobiernos democráticos, que la segunda vuelta sea un camino de pinchos y sangre, por ingenio casi siempre de un cierto despotismo, ilustrado o no, que tanto monta.
Que el PSOE actual se vea sólo y sin novias es culpa, les guste o no, de ellos mismos, incapaces de conservar amigos, si no los utiliza hasta sacarles los ojos. Es normal que los socios de uno, se cabreen y mucho si se sienten malqueridos cuando las aritméticas electorales cambian. A los amigos se les cuida si se quiere seguir contando con su amistad, y más debe entregar quien más tiene, sea poder o fuerza.
Si observan con quien se asocia el PSOE según el momento y el territorio, verán que es amigo árabe de hacer zoco y regatear, lo cual si no se es muy listo, te lleva a no saber nunca si compras caro o barato.
Tras el Debate de la Nación (puñetas qué nombre), Zapatero tiene que recular y rebajar los números de lo prometido, para regocijo de un PP dividido, que vive simplemente para aplaudir las heridas de un PSOE, de momento “tocado”.
En estos periodos de crisis en la economía, de crisis incluso en lo social, es cuando más se necesita a líderes políticos capaces de eso, liderar. Gestionar la sociedad que gobiernan con rumbo claro y asentado, no dando bandazos, no prometiendo lo que al día siguiente no va a poder cumplir, sin ni siquiera dar tiempo a los críticos a valorar si sería bueno o malo. Si la economía funciona a base de gestos, de calmas, de silencios, de tranquilidades, de ausencia de miedos; que se vaya cambiando de medidas según se pille cabreado a los socios políticos, es un riesgo que no se debe permitir alguien que aspira a ser considerado líder.
Otra cosa es que simplemente sea un gestor, un gerente de una gran empresa llamada España. Para eso, en serio, con contratar a un licenciado mileurista, de los que hay en el paro a millones (nadie quiere saber porqué), basta y sobra. Y se le puede echar a la puta calle a los cuatro días sin necesidad de hacer elecciones anticipadas. Mucho más barato.
Que el PSOE actual se vea sólo y sin novias es culpa, les guste o no, de ellos mismos, incapaces de conservar amigos, si no los utiliza hasta sacarles los ojos. Es normal que los socios de uno, se cabreen y mucho si se sienten malqueridos cuando las aritméticas electorales cambian. A los amigos se les cuida si se quiere seguir contando con su amistad, y más debe entregar quien más tiene, sea poder o fuerza.
Si observan con quien se asocia el PSOE según el momento y el territorio, verán que es amigo árabe de hacer zoco y regatear, lo cual si no se es muy listo, te lleva a no saber nunca si compras caro o barato.
Tras el Debate de la Nación (puñetas qué nombre), Zapatero tiene que recular y rebajar los números de lo prometido, para regocijo de un PP dividido, que vive simplemente para aplaudir las heridas de un PSOE, de momento “tocado”.
En estos periodos de crisis en la economía, de crisis incluso en lo social, es cuando más se necesita a líderes políticos capaces de eso, liderar. Gestionar la sociedad que gobiernan con rumbo claro y asentado, no dando bandazos, no prometiendo lo que al día siguiente no va a poder cumplir, sin ni siquiera dar tiempo a los críticos a valorar si sería bueno o malo. Si la economía funciona a base de gestos, de calmas, de silencios, de tranquilidades, de ausencia de miedos; que se vaya cambiando de medidas según se pille cabreado a los socios políticos, es un riesgo que no se debe permitir alguien que aspira a ser considerado líder.
Otra cosa es que simplemente sea un gestor, un gerente de una gran empresa llamada España. Para eso, en serio, con contratar a un licenciado mileurista, de los que hay en el paro a millones (nadie quiere saber porqué), basta y sobra. Y se le puede echar a la puta calle a los cuatro días sin necesidad de hacer elecciones anticipadas. Mucho más barato.