Si tras esta crisis, pensamos que lograremos recuperar los puestos de trabajo perdidos, en el mismo tipo de economía de mercado industrial que conocimos en el siglo pasado, es mejor que nos lo hagamos mirar con calma.
La globalización tiene sus caprichos, y uno de ellos es mover la producción intensa, la que requiere gran volumen de mano de obra, hacia mercados cada vez más baratos. Esto es imparable y tenemos que buscar entre todos, sustitutos a este problema laboral y social.
El tercer mundo será utilizado para la producción industrial, atajando lo que los neocom llaman “problema de la inmigración” creando empresas y manipulando derechos laborales en aras de que “todo vale” en un mundo que nada tiene.
¿Qué podemos hacer en el mundo consumista?, pues está jorobado el tema. Tenemos que seguir consumiendo, así nos lo han marcado con fuego en el brazo, pero si no tenemos ingresos, no podremos y por lo tanto, de nada servirán los productos que se hagan en ese mal llamado “tercer mundo”. Nos aferraremos a los servicios, una vez que la agricultura desaparecerá en breves décadas por la inmensa maquinaria de los laboratorios y las grandes explotaciones agrícolas globalizadas. Y no es broma.
Yo atenderé a los ciudadanos en una cafetería, tu lo harás en un centro médico, el otro en un banco, el cuñado en una tiendas de periódicos, otro será periodista, algunos barrerán las calles, otros depuraran nuestras caquitas, algunos decorarán nuestros hermosos pisos y algunos venderán alimentos las 24 horas del día.
Pero nadie producirá nada de nada. Será más barato comprarlo fuera.
Unamuno dijo aquello de “qué inventen ellos”, y ahora, cien años después, estará de moda este otro de “que produzcan ellos”.
Viviremos como las mariposas, paseando de flor en flor.
La globalización tiene sus caprichos, y uno de ellos es mover la producción intensa, la que requiere gran volumen de mano de obra, hacia mercados cada vez más baratos. Esto es imparable y tenemos que buscar entre todos, sustitutos a este problema laboral y social.
El tercer mundo será utilizado para la producción industrial, atajando lo que los neocom llaman “problema de la inmigración” creando empresas y manipulando derechos laborales en aras de que “todo vale” en un mundo que nada tiene.
¿Qué podemos hacer en el mundo consumista?, pues está jorobado el tema. Tenemos que seguir consumiendo, así nos lo han marcado con fuego en el brazo, pero si no tenemos ingresos, no podremos y por lo tanto, de nada servirán los productos que se hagan en ese mal llamado “tercer mundo”. Nos aferraremos a los servicios, una vez que la agricultura desaparecerá en breves décadas por la inmensa maquinaria de los laboratorios y las grandes explotaciones agrícolas globalizadas. Y no es broma.
Yo atenderé a los ciudadanos en una cafetería, tu lo harás en un centro médico, el otro en un banco, el cuñado en una tiendas de periódicos, otro será periodista, algunos barrerán las calles, otros depuraran nuestras caquitas, algunos decorarán nuestros hermosos pisos y algunos venderán alimentos las 24 horas del día.
Pero nadie producirá nada de nada. Será más barato comprarlo fuera.
Unamuno dijo aquello de “qué inventen ellos”, y ahora, cien años después, estará de moda este otro de “que produzcan ellos”.
Viviremos como las mariposas, paseando de flor en flor.