Cuando a principios de 2011 la crisis esté dominada y se empiece a ver luz al final del túnel, en esta España complicada reinará un índice de paro realmente muy preocupante a nivel social.
Pero lo grave es que los índices de para se recuperan mucho más lentamente que a la velocidad a la que se crean.
Las empresas, sobre todo las PYMES saldrán (las que queden) totalmente descapitalizadas, con ganas de crecer, de obtener beneficios, pero con miedo y temor a no tener el tamaño adecuado. Impensable todavía, que en esos contextos piensen en aumentar sus gastos laborales.
Intentarán crecer en productividad, sobre todo en mejorar la calidad de la gestión y de sus productos, pero nada de nada en aumentar el número de personas de su proyecto. Buscarán sistemas para aumentar los sueldos y horas de trabajo de las personas que ya tienen, porque si la ley no lo impide, habrán descubierto que es menos arriesgado pagar más por trabajar más, que pagar más por trabajar con más personas.
Así que tenemos un problema importante. El empleo sólo se podrá crear a través de nuevas empresas, luego tenemos que trabajar en tres frentes. Conseguir que las empresas no se descapitalicen excesivamente, que los costes salariales bajen y que se den condiciones para la creación de nuevas empresas, de nuevos autónomos, del autoempleo.
Descartadas las grandes empresas como motor del crecimiento del empleo, pues la deslocalización es inevitable y en aumento, quedan las PYMES y los autónomos. ¿Estamos haciendo todo lo posible para que ellos tiren del carro?
¿En qué condiciones van a quedar los parados de larga duración, sobre todos los mayores de 50 años y sin formación suficiente, en un mercado que no los va a aceptar?
El empleo buscará (como es lógico, guste o no) personas que dominen inglés, nuevas tecnologías, que sean polivalentes, que tengan movilidad, que tengan futuro y ganas constantes de aprender, que sean baratos.
Los parados mayores de 50 y 55 años, no cumplen casi ninguna de estas características.
Pero lo grave es que los índices de para se recuperan mucho más lentamente que a la velocidad a la que se crean.
Las empresas, sobre todo las PYMES saldrán (las que queden) totalmente descapitalizadas, con ganas de crecer, de obtener beneficios, pero con miedo y temor a no tener el tamaño adecuado. Impensable todavía, que en esos contextos piensen en aumentar sus gastos laborales.
Intentarán crecer en productividad, sobre todo en mejorar la calidad de la gestión y de sus productos, pero nada de nada en aumentar el número de personas de su proyecto. Buscarán sistemas para aumentar los sueldos y horas de trabajo de las personas que ya tienen, porque si la ley no lo impide, habrán descubierto que es menos arriesgado pagar más por trabajar más, que pagar más por trabajar con más personas.
Así que tenemos un problema importante. El empleo sólo se podrá crear a través de nuevas empresas, luego tenemos que trabajar en tres frentes. Conseguir que las empresas no se descapitalicen excesivamente, que los costes salariales bajen y que se den condiciones para la creación de nuevas empresas, de nuevos autónomos, del autoempleo.
Descartadas las grandes empresas como motor del crecimiento del empleo, pues la deslocalización es inevitable y en aumento, quedan las PYMES y los autónomos. ¿Estamos haciendo todo lo posible para que ellos tiren del carro?
¿En qué condiciones van a quedar los parados de larga duración, sobre todos los mayores de 50 años y sin formación suficiente, en un mercado que no los va a aceptar?
El empleo buscará (como es lógico, guste o no) personas que dominen inglés, nuevas tecnologías, que sean polivalentes, que tengan movilidad, que tengan futuro y ganas constantes de aprender, que sean baratos.
Los parados mayores de 50 y 55 años, no cumplen casi ninguna de estas características.