24.8.24

¿Tenemos la democracia que nos creemos tener?


Según se avanza en el conocimiento por dentro de todo el “engranaje” político, uno observa cómo la democracia se asienta sobre pilares flojos, sobre personas que manipulan a su antojo las ideas y los fundamentos, para poder dominar y no perder el poder.

Los políticos no roban. 
Pero a veces si que engañan y esto es peor.

Esto no lo percibe la gente de la calle, los auténticos protagonistas de la “polis”, los que creen elegir y defienden la democracia como el sistema único. 

Pero la realidad es que quien ostenta el poder, hace todo lo posible para no perderlo, y en ese “todo lo posible” entra también lo casi alegal, la manipulación, el uso bastardo del poder.

Y esto hay que decirlo con calma pero con sinceridad. La gente de la calle está asqueada de la política pero por temas erróneos. 

El ciudadano cree que todos los políticos roban, y esto es sinceramente falso. La inmensa mayoría de las personas (desgraciadamente, por no poder decir que todos) en política son económicamente legales. 

Pero en cambio no lo son en igual proporción a la hora de manipular las normas o en el uso de la verdad como elemento fundamental.

El “casi todo vale” con tal de que sirva para los intereses de la idea particular, es una utilización bastarda que hacen en política muchos más de los que imaginamos. 

Y como lo hace el enemigo, lo tiene que hacer el contrario para defenderse. El clásico "…y tú más".

Los medios de comunicación no son libres, y hay que decirlo con calma y matizando, porque la libertad la pierden en el momento en que no son rentables por si mismos y necesitan la financiación a través de anuncios públicos. 

Todos conocemos gestos de políticos, retirando anuncios de alta inversión cuando el medio de comunicación ha hablado “de más”.

El sistema pues, adolece de miserias que debemos conocer, porque limitan el sistema democrático.

No somos la suma de “un poco de cada uno”, sino la resta de “lo tuyo” menos “ lo mío”, y así es imposible avanzar.

Tenemos MENOS democracia de la que nos creemos. Y la culpa es nuestra por desentendernos.

Lo siento.