24.3.09

A favor de las centrales nucleares. Ya lo siento.

Ser de izquierdas y estar a favor de las centrales nucleares es pecado grave, casi mortal, pero como cada día creo en menos cosas y de momento el cielo no entra en mis proyectos, me importa poco defender mis ideas, aun sabiendo que son minoritarias entre “mi público” lector. A lo sumo seguirán pensando que estoy loco.
Necesitamos tanta energía que es imposible dotarnos de ella sin entrar en conflicto económico grave o en contaminación tremenda. Da igual el sistema que empleemos para conseguirla, al menos de momento. Y es imposible que la sociedad renuncie a ella porque si bien cada día hay más concienciados con el control en el consumo, con el descrecimiento, por otra parte cada día hay más también que creen que pueden hacer con sus ingresos lo que les venga en gana.
Las economías emergentes, si crecen a la mitad de lo que se sospecha que quieren, la mitad repito, y sin que yo les puede negar el derecho a ser como nosotros, van a necesitan tanta energía que en cuanto la economía vuelva a calentarse sólo un poquito, la subida de precio volverá a ser brutal. El debate está abierto porque franceses y americanos, italianos o japoneses están opinando al respecto.
El petróleo es una energía imposible de apoyar desde posiciones de izquierdas. Contamina mucho, crear guerras, está en manos de grandes corporaciones, manipula gobiernos, sirve para financiar las economías capitalistas a través de impuestos a costa de países de población pobre.
Las energías renovables también contaminan, no en forma de resíduos, no en CO2, pero si en la transformación del paisaje, en la destrucción de los habitad naturales, al llenar de molinos o paneles, inmensas extensiones si queremos hacerla económicamente rentable.
El descrecimiento es una excelente idea si la población participa en ella. Pero una utopía todavía, si esperamos que sea la sociedad la que decida cambiar sus hábitos y un castigo si la obligamos a ello.
Francia o Portugal nos puede poner una central nuclear en cualquier momento a escasos kilómetros de nuestro territorio, y vendernos la energía a nosotros, que siempre seremos incapaces de ponernos a pensar en clave de futuro. Los peligros serian compartidos, pero las ventajas serian para ellos. El gran problema de la elegía nuclear no es la contaminación ni el peligro de que explote una instalación. Por cierto, hoy mucho más seguras que hace un par de décadas.
En Ucrania y Bielorrusia –y no se me diga que todo fue secreto para llevarme la contraria–, murieron de forma directa muchas menos personas que en Irán, Irak, Kuwait, Líbano, Siria, Palestina o Jordania. La energía es sinónimo de guerra desde los prehistóricos, y esto lo sentimos desde la izquierda y desde la derecha. No hay duda que la central de Chernobil ha hecho más por el ecologismo que la energía solar. Pero no se pueden sacar conclusiones por una gestión más que nefasta de un gobierno incapaz. Y serán este tipo de gobiernos los que volverán a crear centrales nucleares si los demás no queremos montarlas en nuestro territorio, con el aumento del peligro por sus malas gestiones.
Pero añado más para terminar. Negar la energía nuclear es negar la energía barata. para los menos ricos. Si fuésemos puros y decidiéramos que hay que controlar la venta de la energía para evitar abusos que contaminan, si se lograra que la energía fuera tan cara que sólo unos pocos pudieran utilizarla para asuntos “importantes”, España no tendría energía, no podría comprarla. No tener en el mercado más energía de la que se necesita va en contra de los países pobres o medianos. A los ricos esto se la chifla. Los ricos tienen dólares para pagar cualquier tipo de precio, porque lo ponen ellos.