No hace ni un año que elegimos un nuevo Parlamento en España y ya suenan demasiadas voces pidiendo cambios profundos en el Gobierno e incluso un adelanto electoral. Y no sólo desde la derecha que perdió las Elecciones.
La crisis está haciendo un daño tremendo en la confianza política y eso que todavía en España no hemos tocado fondo social, algo que previsiblemente puede suceder a partir del verano.
Es cierto que los ministros no están ofreciendo una buena imagen de eficacia, de seguridad, de confianza ante los que esperan el futuro; más que ante los que ya lo tienen en su carta de despido. Deberíamos preguntarnos si se puede hacer más ante la crisis, si el líder político de un país debe inspirar más confianza y salir más a explicarse ante los españoles, en vez de ofrecerse a programas de preguntas, sean de ciudadanos “elegidos” o de periodistas.
El ciudadano de la calle, debe recibir aliento, ver que se camina hacia acuerdos, creer que el consenso o el trabajo para lograrlo modificará la situación. Pero en cambio los ministros no siempre hablan el mismo idioma, la oposición no ofrece alternativas y fuera del PP no exista nada que sea capaz de trasmitir ideas a todos los ciudadanos, porque el propio PSOE ha intentado – y realizado – una gran labor de derribo hacia todos los nacionalistas.
Ante esta situación y con lo que está por caer, sí que debemos preguntarnos si no es momento de dar un buen tirón de orejas a quien tiene la obligación de dirigirnos, porque para eso se presentó y fue elegido. No es tiempo de mociones de censura, sobre todo porque el Gobierno tiene enfrente a un grupo descabezado que está en busca de su nuevo líder. El PP no está presentando ideas porque o no las tiene o los que las tienes están escondidos en espera del tropezón de Rajoy.
Esto es lo que salva a Zapatero y malogra todo intento del Presidente de que se ponga las pilas. Zapatero demostró en el inicio de esta crisis que a él nadie le dice lo que tiene que hacer. Tremendo error porque cuando los problemas no los crea el líder, si no los resuelve y los encauza transformándolas en soluciones, se convierten en SUS problemas.
La crisis está haciendo un daño tremendo en la confianza política y eso que todavía en España no hemos tocado fondo social, algo que previsiblemente puede suceder a partir del verano.
Es cierto que los ministros no están ofreciendo una buena imagen de eficacia, de seguridad, de confianza ante los que esperan el futuro; más que ante los que ya lo tienen en su carta de despido. Deberíamos preguntarnos si se puede hacer más ante la crisis, si el líder político de un país debe inspirar más confianza y salir más a explicarse ante los españoles, en vez de ofrecerse a programas de preguntas, sean de ciudadanos “elegidos” o de periodistas.
El ciudadano de la calle, debe recibir aliento, ver que se camina hacia acuerdos, creer que el consenso o el trabajo para lograrlo modificará la situación. Pero en cambio los ministros no siempre hablan el mismo idioma, la oposición no ofrece alternativas y fuera del PP no exista nada que sea capaz de trasmitir ideas a todos los ciudadanos, porque el propio PSOE ha intentado – y realizado – una gran labor de derribo hacia todos los nacionalistas.
Ante esta situación y con lo que está por caer, sí que debemos preguntarnos si no es momento de dar un buen tirón de orejas a quien tiene la obligación de dirigirnos, porque para eso se presentó y fue elegido. No es tiempo de mociones de censura, sobre todo porque el Gobierno tiene enfrente a un grupo descabezado que está en busca de su nuevo líder. El PP no está presentando ideas porque o no las tiene o los que las tienes están escondidos en espera del tropezón de Rajoy.
Esto es lo que salva a Zapatero y malogra todo intento del Presidente de que se ponga las pilas. Zapatero demostró en el inicio de esta crisis que a él nadie le dice lo que tiene que hacer. Tremendo error porque cuando los problemas no los crea el líder, si no los resuelve y los encauza transformándolas en soluciones, se convierten en SUS problemas.