23.2.09

¿Quién tiene en su poder (en su bolsillo) el dinero de verdad?

Estamos hablando demasiado de los bancos. Que si fusiones, que si acuden al Estado en busca de liquidez, que si intervención, que igual es necesario un banco público, que hay que ir a fusiones de Cajas de Ahorro.
Cuando se habla mucho de los bancos, mal asunto.
Los usureros de la Edad Media tenían como norma el secretismo más absoluto. Un lugar en donde se vende o alquila dinero, debe ser un lugar secreto, de voz baja, tranquilo, escondido, gobernado por seres grises marengo, con cara de no ver el sol nunca.
Cuando las mayores campanadas y sustos nos los están dando los bancos en todo el mundo, a través de sus Fondos de Inversión o de experimentos con billetes en vez de con gaseosa, tapamos la auténtica sangría de una situación mala. Las empresas que cierran, los trabajadores que sufren el paro, la juventud que no encuentra futuro quedan en segundo plano, pues lo grave es salvar el sistema.
Los millones que el Estado da a los bancos, son inevitables. Es imposible un país sin sistema bancario sólido. Imposible.
Entre otros grandes motivos, porque los Estados deben a los bancos más que nadie. Si se hunden los bancos, se hunde el Estado, porque no tendría con qué pagar a los ciudadanos sus prestaciones fijas.
Los bancos financian el comercio, la industria, pero también el Estado en su conjunto.
Lo curioso es que ni las empresas, ni los comercios, ni los bancos, ni el Estado, ni los ciudadanos tienen en sus bolsillos los dineros, los billetes reales de la economía.
¿Quién tiene en su poder (en su bolsillo) el dinero de verdad?