Cuando el Vicepresidente ruso Zhukov le dijo a Miguel Sebastián que su gobierno deseaba comprarle a Sacyr el 20% que posee de Repsol, a través de la empresa Gazprom, le entró un dolor en el bajo vientre del que todavía no se ha repuesto.
Porque una cosa es lo que ahora se diga en los medios de comunicación y otra bien distinta lo que realmente se puede hacer.
Los rusos tienen acuerdos con Alemania y Argelia para desplegar su gasoductos por toda Europa, y la dependencia de España con respecto al gas en concreto pero de toda la energía en general, es total.
España no podrá negarse a la venta de ese 20% de Repsol si los rusos se empeñan en ello, con lo que es inevitable llegar a un acuerdo de algún tipo para salvar el idem.
Los países con energía que venden, son los pocos que tienen dinero de verdad para comprar en efectivo, algo que en estos tiempos de crisis financiera es un lujo que nadie puede olvidar. Que las empresas occidentales están en venta es algo que no merece la pena reseñar y que su precio en Bolsa es en algunos casos de “saldo” tampoco.
Así que en unos años podemos asistir a la invasión no ya de soldados sino de ejecutivos en la dirección de empresas de todo tipo, dentro del sistema capitalista, dirigidos desde países que no han sido nunca maestros del libre mercado. Han aprendido a dar aceite de ricino al enfermo que se pensaba que había vencido, porque no se veía al enemigo.
Porque una cosa es lo que ahora se diga en los medios de comunicación y otra bien distinta lo que realmente se puede hacer.
Los rusos tienen acuerdos con Alemania y Argelia para desplegar su gasoductos por toda Europa, y la dependencia de España con respecto al gas en concreto pero de toda la energía en general, es total.
España no podrá negarse a la venta de ese 20% de Repsol si los rusos se empeñan en ello, con lo que es inevitable llegar a un acuerdo de algún tipo para salvar el idem.
Los países con energía que venden, son los pocos que tienen dinero de verdad para comprar en efectivo, algo que en estos tiempos de crisis financiera es un lujo que nadie puede olvidar. Que las empresas occidentales están en venta es algo que no merece la pena reseñar y que su precio en Bolsa es en algunos casos de “saldo” tampoco.
Así que en unos años podemos asistir a la invasión no ya de soldados sino de ejecutivos en la dirección de empresas de todo tipo, dentro del sistema capitalista, dirigidos desde países que no han sido nunca maestros del libre mercado. Han aprendido a dar aceite de ricino al enfermo que se pensaba que había vencido, porque no se veía al enemigo.